CULTURA PARA LA ESPERANZA número 34. Invierno 1999

El uso mercantilista de los pobres

Hace pocos días, en una pequeña nota de prensa de un periódico regional, leí unas declaraciones de la directora del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, en las que reconocía la incapacidad de la ONU para solventar "la inseguridad alimentaria" en los años venideros, o lo que es lo mismo, pero sin eufemismos a los que son tan aficionados los representantes de la ONU, confesaba lisa y llanamente un aumento del hambre en el mundo, lo que quiere decir que entre 800 y 900 millones de seres humanos (aproximadamente el 20% de la población mundial) están condenados a morir.

    En los días siguientes a la lectura de esta noticia, estuve atenta a los medios de comunicación para ver si se hacían eco de alguna reacción de tipo social o político ante tamaño desacato. Mi espera fue en vano: una noticia de estas dimensiones no provocó ni la dimisión de la directora del Programa Mundial de Alimentos, ni una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU, ni la denuncia ante el Tribunal Internacional de la Haya ni ante la Comisión de Derechos Humanos de la Unión Europea, ni manifestaciones en las calles, ni convulsiones en la bolsa, ni crisis políticas y menos económicas, ... por lo que se ve, la muerte de 800 ó 900 millones de personas no es motivo "suficiente" ni "comparable" al descenso en la liga de fútbol del club favorito, o a los vaivenes bursátiles de los beneficios del capital financiero o a los intereses estratégicos de las grandes potencias, total, los candidatos a morir ni cotizan en bolsa, ni participan en la liga de fútbol, ni invierten en fondos de pensiones, ni votan en los organismos hipócritamente llamados "internacionales".

     Esta falta de reacción contrasta con el aumento de anuncios publicitarios de ONG's, campañas de solidaridad, macroconciertos, concursos, recogidas de firmas, subastas, maratones, recogidas de alimentos, juguetes, ropas para los niños de Centroamérica, suscripciones para apadrinamientos de niños del Tercer Mundo, para la creación de hospitales, escuelas, etc. Campañas patrocinadas cada vez más por firmas comerciales de multinacionales (Fortuna, Pepsi), superficies comerciales (Pryca, Eroski, Alcampo), centros privados de idiomas (Wall Street Institute), compañías aéreas (Swissair), cadenas privadas y públicas de televisión, bancos y entidades financieras (tarjetas Mastercard, Visa) y empresas de todo tipo.

    He aquí algunos ejemplos: "Ven a Wall Street Institute en diciembre y colabora en el proyecto '12 escuelas para la India`. Ahora, si aprendes inglés en Wall Street Institute, ayudarás a miles de niños hindúes a recibir una educación digna y a tener una vida mejor. Porque si te matriculas este mes, destinaremos parte de tu dinero a un proyecto muy especial: la construcción de 12 escuelas en la India. Proyecto financiado por Wall Street Institute. ¿Por qué esperar a enero? Visita tu Centro Wall Street Institute más cercano y colabora: Harás mucho por ti. Harás mucho por ellos"; "Ahora con Fortuna puedes dar el 0'7% a una ONG"; "Puedes pensar que esto (un anuncio de Pepsi) es el uso mercantilista de una ONG o también que con ello colaboras a la construcción de un hospital..."; "Solidaridad Internacional tiene las cuentas auditadas. Los donativos desgravan el 25% de su valor en la Declaración del I.R.P.F."; "Preestreno de la película El rey de las máscaras a beneficio de Intermón, con el patrocinio de Swissair (compañía aérea suiza)"; "Con la tarjeta Voluntarios de Hispamer Mastercard, cada compra que realice será un donativo para el Tercer Mundo. Sin incremento de gastos, sólo comprando. Desde ahora comprar es solidario"...

     A esto hay que añadir, que todo donativo que se solicita se ha de ingresar en las cuentas bancarias que la mayoría de las organizaciones tienen abiertas en los principales bancos que operan en el mercado nacional e internacional; rara es la entidad bancaria que no participa en la recaudación de las aportaciones periódicas o extraordinarias de los ciudadanos, con motivo de las hambrunas, guerras, campos de refugiados, catástrofes, etc. solicitadas por las casi 200.000 organizaciones no gubernamentales registradas en España.

     Y entre todo ello nos llega la noticia de un caso de corrupción en la oficina de ayuda humanitaria comunitaria (ECHO), que gestiona con fines humanitarios el 0'5% del presupuesto comunitario...

     ¿Qué relación hay entre todos estos hechos? En primer lugar, resulta sospechoso el interés demostrado por empresas, multinacionales, superficies comerciales, entidades bancarias, firmas comerciales,... por colaborar en la ayuda humanitaria. ¿Cómo explicar esa "vena solidaria" que de repente parecen mostrar organizaciones económicas que en nombre de los beneficios empresariales, la rentabilidad y competitividad del mercado, no tienen escrúpulos a la hora de reducir plantilla, utilizar los "contratos basura", someter a sus trabajadores a jornadas de 10 y 12 horas diarias, pagar salarios de miseria, trasladar sus instalaciones a países cuyos trabajadores están privados de los derechos sindicales y laborales mínimos lo que les garantiza una "paz laboral" necesaria para multiplicar sus ganancias? ¿Cómo entender ese interés por colaborar en las campañas de solidaridad de entidades bancarias y financieras, que compran participaciones de empresas e industrias cuando los balances son positivos y que son los primeros en abandonar el barco cuando empiezan a aparecer las primeras pérdidas, sin importar si con ello arastran a miles de trabajadores al paro; cuyos fondos de inversión se destinan a la especulación financiera, poniendo en peligro la economía de países enteros,...?, ¿Cómo interpretar el interés de firmas comerciales que tienen a sus trabajadores en condiciones leoninas que recuerdan la época preindustrial, cuando no había ni descanso semanal, ni horario fijo, ni sueldo base y cuyo lema es "si quieres lo tomas y si no lo dejas"?

     En segundo lugar, llama la atención la proliferación de ONG's y la multiplicación de los voluntarios (200.000 y 500.000 respectivamente en España), en un momento en el que la ayuda pública al desarrollo ha caído hasta mínimos históricos, según se afirma en el último informe sobre la pobreza publicado en el año 1998 por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Según este informe el compromiso de los países ricos de aportar el 0'7% del PIB a la ayuda al desarrollo, ha quedado reducido al 0'22 %, representando el 0'19% en el caso de los siete países más ricos (el llamado G-7).

     ¿Qué tienen en común estos dos hechos, el interés mostrado por entidades económicas industriales, comerciales y financieras y el aumento de ONG's y del voluntariado en la ayuda humanitaria? No tengo otra respuesta que ésta: la rentabilidad política y económica que producen los pobres. Es decir, lo que empezó siendo un fin loable y legítimo por parte de personas y asociaciones de buena voluntad, ha acabado convirtiéndose en un medio para aumentar las ventas y los beneficios en un caso, y en el otro, en un medio para obtener recursos y poder competir en el mercado de las subvenciones.

    Los pobres han acabado convirtiéndose en un reclamo, un anzuelo, con el que conmover "sensibleramente" a la gente para que compre cada vez más. El objetivo es vender más, producir más y ganar más y para ello cualquier medio es bueno, desde mostrar la imagen de un niño africano comido por las moscas, hasta pedir a los clientes que por cada juguete que compren a sus hijos compren otro para los niños que no pueden tenerlos, hasta ofrecer dar el 0'7% a una ONG.

    Los pobres son rentables económicamente porque, como se dice ahora, "su imagen vende", ¿cómo va a dejar ahora usted de fumar cuando puede contribuir a la realización del proyecto "x", en el pueblo "y" aunque para ello comprometa su salud?, ¡usted, fume, fume y no se preocupe ni de su salud ni de su bolsillo, de eso nos preocupamos nosotros, todo sea por una causa buena, piense que cuanto más fuma más proyectos pueden llevarse a cabo!; ¿que se puede estar haciendo un uso mercantilista de una ONG?, pero ¿qué importa si con ello se puede construir un hospital, abrir un pozo de agua potable o repartir gafas graduadas?, usted no se preocupe, piense lo que quiera pero bebiendo una Pepsi o comprando el producto "x" ; ¿que quiere usted estudiar inglés? pues aproveche ahora que los pobres están en saldo y si se matricula este mes y no el que viene, podrá ayudar al mismo tiempo a los niños de no importa dónde... es decir pague uno y llévese dos, no importa qué cosa y su buena acción del día, ¿qué más se puede pedir?

        Pero los pobres no son sólo rentables económicamente para las firmas comerciales, cantantes, presentadores, actores, toreros, futbolistas, nadie quiere quedarse al margen, ¿cómo negarse a participar, presentar, ofrecer, un concierto, un recital, un partido, etc. etc. en beneficio de los pobres? No importa si hoy se participa en un acto pro-refugiados y mañana se colabora en un anuncio de la Nike, Chicco, Monsanto, Shell o cualquiera de las multinacionales cuyos beneficios se deben al expolio sistemático del Tercer Mundo,... ya se sabe, no hay que perder el tren, y en este caso es el tren de las ganancias que reportan los pobres.

     ¿Y qué decir de la rentabilidad política de los pobres? No hay sindicato ni partido político que no se sume a cualquier campaña que se organice con motivo de la explotación laboral infantil, la deuda externa, el hambre, sobre todo si se puede salir en televisión y decir un discurso en público, con el que ganar votos. Pero la mayor rentabilidad política de este "filón de la solidaridad" es para los gobiernos y Estados. Mucho se habla hoy de la "sociedad civil" e incluso algunos analistas sociales interpretan el fenómeno de las ONG's y el voluntariado como una manifestación de madurez y protagonismo de la sociedad civil. Pero yo mo pregunto ¿no será más bien que nos están dejando jugar a ser sociedad civil?, porque vamos a ver ¿dónde está el protagonismo de la sociedad civil cuando no se puede utilizar la iniciativa popular para que los representantes políticos puedan debatir en el Parlamento una propuesta de condonación de la deuda externa, porque la iniciativa popular no se puede utilizar en materias propias de leyes orgánicas (relativas al desarrollo de los derechos fundamentales, libertades públicas, régimen electoral), tributarias (Hacienda Pública, Presupuestos) ni de carácter internacional?, ¿para qué sirve entonces la iniciativa popular?; ¿dónde está el protagonismo de la sociedad civil para hacer cumplir a los representantes políticos sus promesas electorales, como la de destinar el 0'7% del PIB en caso de ganar las elecciones?; ¿dónde está el protagonismo de la sociedad civil si para asociarse necesita de las subvenciones gubernamentales?; ¿dónde está el protagonismo de una sociedad civil que se gasta 200.000 millones de pesetas en la lotería nacional, sin contar otros juegos de azar?; ¿dónde está el protagonismo de una sociedad civil despojada de toda conciencia crítica y análisis de los mecanismos político-económicos que rigen los destinos de la humanidad bajo el nombre de FMI, BM, Foro de Davos, Comisión Trilateral, Cámara Internacional de Comercio, Mesa Europea de Industriales, etc. etc.?

     Una sociedad civil entretenida en hacer proyectos para los pueblos del Tercer Mundo, ocupada en remediar la situación de los pobres que el sistema económico internacional fabrica en serie, no supone ningún quebradero de cabeza para el poder político y económico dominante; una sociedad civil ocupada en rellenar impresos para solicitar subvenciones, en programar actividades justificativas de tales subvenciones y en captar a voluntarios cuando dichas subvenciones se han conseguido, no provoca ningún dolor de cabeza a los que manejan los hilos del poder; una sociedad civil ocupada en desarrollar actos simbólicos de protesta sin creer en su propia capacidad de transformación y subversión del orden establecido, no es motivo de preocupación para los poderes públicos y privados.

     Pero, ¿qué pasaría si las ONG's decidieran crear una entidad para recaudar y gestionar ellas mismas los fondos recaudados para la ayuda humanitaria, prescindienco de bancos y cajas de ahorros?; ¿qué pasaría si en las próximas elecciones se castigara a los partidos políticos que cuando han estado en el poder han incumplido reiteradamente sus promesas de ayuda humanitaria y de cooperación al desarrollo, con el voto en blanco?, ¿qué pasaría si empezaramos a exigir reformas de la Constitución sobre la iniciativa popular, el mandato imperativo, el régimen electoral, etc. etc.?, ¿seguirían las ONG's teniendo el apoyo institucional público y privado que tienen actualmente?

     No nos engañemos, nos están dejando representar el papel de sociedad civil siempre y cuando no cuestionemos los principios que rigen las decisiones políticas y económicas a nivel nacional e internacional, y que responden a los intereses privados de los grupos industriales, comerciales y financieros que nada tienen que ver con el interés o bien común de las poblaciones de uno y otro hemisferio.

    Existirá el hambre y la pobreza mientras sea un negocio rentable a nivel político y económico; mientras los pobres reporten beneficios seguirán siendo necesarios, y esto explica afirmaciones como las que he citado al principio de este artículo, sobre la "incapacidad" del Programa Mundial de Alimentos para erradicar el hambre en el mundo. La "incapacidad" es fruto de la ausencia de voluntad política de los organismos internacionales competentes en el asunto y de la falta de una respuesta crítica y realmente transformadora de la sociedad civil.

    Ser sociedad civil frente al Estado exige una conciencia política, una militancia organizada capaz de crear alternativas que pongan en cuestión el orden establecido, unos criterios de discernimiento en los que prime la justicia social y el derecho a vivir dignamente. Ser sociedad civil no quiere decir que renunciemos a nuestra cuota de poder, delegando en las instituciones y representantes políticos. Ser sociedad civil es desarrollar un juicio crítico de los poderes políticos y económicos para recordarles que la soberanía del pueblo no acaba en una urna el día de las elecciones, o en la libertad de organizar una asociación para la cooperación. La sociedad civil sólo podrá ser soberana cuando se tome en serio su capacidad de lucha y transformación de las estructuras injustas que condenan al "corredor mundial de la muerte" a millones de seres humanos.

 

ANA RIVAS

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