CULTURA PARA LA ESPERANZA número 34. Invierno 1999

El Hermano Rafael

"Hoy la oración ha estado en la punta de

mi lápiz. ¡Qué bien se pasa el tiempo

dibujando a Jesús!"

    Los caminos fundamentales para que el hombre se encuentre con Dios son tres:

     1.. La investigación de la verdad, que fue el camino escogido por S.Agustín, quien acabó proclamando: "¡Oh verdad, tan nueva y tan antigua, qué tarde te conocí!".

     2.. La lucha contra la injusticia, porque "sueñan las pulgas con comprarse un perro, y sueñan los nadies con salir de pobres -esos nadies que cuentan menos que la bala que los mata-" y que su contemplación hace surgir "quijotes" que lanza en ristre van "desfaciendo entuertos" para que no siga destrozada la dignidad humana. Rovirosa empezó por el primer camino, que luego le hizo desembocar en el segundo.

     3.. El enamoramiento de la belleza es el tercer camino que suelen transitar personas de especial sensibilidad, que acaban percibiendo lo que afirma Menendez Pelayo en el prólogo de "Las ideas estéticas": "Cuando Cristo se encarna aparece entre los hombres el canon de toda belleza". Este fue el camino del Hermano Rafael, que le llevó a entrar en el Cister de Venta de Baños.

     La contemplación de la naturaleza -Picos de Europa, Cabo Peñas-, "Mil gracias derramando pasó por estos sotos con presura...", y el amor a las bellas artes, especialmente el dibujo y la pintura, fue siempre una nota distintiva del Hermano Rafael. Su profesor nos dice:

     "En óleo lo mismo que en acuarela, era de una factura amplia que resolvía con cuatro pinceladas, hondamente descriptivas, sin minuciosidad. Recuerdo, en nuestras frecuentes excursiones, cómo le fascinaba el magnífico acantilado del Cabo Peñas...".

     Y es su madre la que comenta:

     "Era su sueño, su gran ilusión... dibujar, pintar, llegar a ser algo, plasmar en lienzos y cartulinas lo que su alma de artista concebía, abarcando todo lo que tuviera un atisbo de arte"

    Cuando en el año 1931 visita el monasterio de San Isidro su alma de artista refinado quedó cautiva de aquellos claustros silenciosos y de aquella salmodia armoniosa. El mismo lo comenta:

     "Al que es artista o posee un grado elevado de sensibilidad le impresiona la Trapa y la vida de sus monjes (...) ve a Dios de una manera palpable (...), sale robustecido de la fe y, si el Señor el concede esa gracia, sale conociéndose un poco mejor a sí mismo (...) y allí con Dios a solas y la conciencia, se cambia de modo de pensar, de modo de sentir, y lo que es más importante, de modo de obrar en los actos del mundo".

     En otra ocasión dice:

     "Admirable es la regla de S.Benito, pero lo que le da más carácter de santa es el silencio... ese silencio alegre del claustro, del jardín y de la huerta, donde todo calla, excepto los pájaros, que cantan a Dios. El trapense está enamorado de su silencio, como lo está el marino del mar... Por el alma silenciosa navegan los pensamientos de Dios.

     Mucha gente me pregunta acerca del silencio de la Trapa, y yo no sé que contestar, pues el silencio de la Trapa no es silencioso..., es un concierto sublime que el mundo comprende... es el silencio que dice: 'No metas ruido, hermano, que estoy hablando con Dios'".

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