CULTURA PARA LA ESPERANZA número 37. Otoño 1999.
Sin virtud no hay democracia
“La política, eterna decepción de la libertad”
Proudhon
El lamentable espectáculo que han dado los partidos políticos
en Ceuta y Melilla nos sirve de ocasión para, una vez más,
reflexionar sobre la democracia.
Partidos
y diputados son los personajes de esta pequeña tragicomedia. Susana
Bermúdez, socialista, es conocida como la “tránsfuga de Ceuta”
al haberse pasado al partido del GIL (Grupo Independiente Liberal) - presidido
por Jesús Gil-, siendo así que el escaño lo ganó
desde las filas del PSOE. Y para añadir más confusión
-si es posible- en Melilla, Mustafá Aberchán decidió
suspender el Pleno de la Asamblea de Melilla en el que debían tomar
posesión los dos nuevos diputados del partido socialista - Malika
Mohamed y Rafael Hernández- hasta que los tribunales decidan a quien
corresponde el escaño.
El PSOE actual -dice Martín Seco- no puede rasgarse las vestiduras por los tránsfugas porque los ha alimentado pródigamente. Incluso es al propio partido al que cabría definir como tal. Tránsfuga -según el María Moliner- es “el que abandona un partido o ideología y pasa a otro”. El PSOE hace tiempo que abandonó el socialismo, y así, uno de sus más cualificados miembros -el alcalde de Hamburgo- lo definió como “el taller de reparaciones del neocapitalismo”.
“La democracia -comenta Umbral- tiene sus trampas contrademocráticas. Cuando la ley viene a por ti, fundas un partido o te apoderas de otro, siempre que sea modesto y esté como descatalogado. Gil ha optado por lo primero y Mario Conde por lo segundo. La democracia como partido-escudo contra los jueces demócratas. Es una manera de huir del sistema sin salirse del sistema”.
Y no es que sean muy originales: Ros Perot -multimillonario- fabrica una
maquinaria electoral con la cual se presenta a la Presidencia de los EE.UU.,
Berlusconi lo hace en Italia y Ruiz Mateos en España.
Hace más
de cuarenta años que Wright Mills realizó en Norteamérica
un importante estudio sobre la élite del poder. Según él,
esta carece por completo de ideología, sin sentir necesidad de tenerla
ni de intentar justificarse, insensatez a la que tacha de “la verdadera
alta inmoralidad” de la época, lo que constituye “un rasgo sistemático
de la élite norteamericana”, si bien, “su aceptación general
constituye la característica esencial de una sociedad de masas”.
Cuando en política no importa la ideología, lo que fundamentalmente
importa es el poder. Y el poder a cualquier precio. Y así hace sólo
unos días Mustafá Aberchan era un corrupto y debía
ser investigado por la fiscalía anticorrupción. Varios días
después es un político de gran dignidad que debía
mantenerse al frente de la Asamblea de Melilla.
El PSOE
acusa -y quizás no le falte la razón- que el PP ha hecho
demasiadas concesiones a los nacionalista con tal de aferrarse y seguir
en el poder. Pues bien, el PSOE no parece que tenga otra filosofía
y su capacidad de adaptación -pactando con extraños compañeros
de cama- es portentosa.
Y así,
en estos momentos, tiene coaliciones de izquierdas locales, que es lo más
lógico, pero al mismo tiempo firma acuerdos con derechas regionales;
se adapta a los independentistas del BNG; a los catalanistas y nacionalistas
mallorquines, a la derecha del PAR y a los señoritos del PA.
Más todavía.
Felipe González ha utilizado guante de terciopelo en el tema del
GIL y ha sido beligerante en el espinoso tema de Pinochet, hasta tal punto
que la misma dirección del PSOE ha tenido que desmarcarse.
En cuanto al PP, su dirección es muy clara. Se ha lanzado a una precipitada carrera hacia el centro, lugar que fagocita toda la vida política. Aznar y Tony Blaire tiene la misma sintonía que tenía -y sigue teniendo- Felipe González con Helmut Kohl. La “tercera vía” está en todas las pasarelas políticas. Y es muy interesante el mensaje que en estos momentos nos están dando: vuelven a lanzar una cruzada moral y nos dicen que ya no hay clases, sólo pobres. Y que en la tercera vía es muy importante conciliar el individuo y la justicia.
Aquí lo que tenemos que comentar es que ¡claro que hay pobres... y muy pobres -miserables- y ricos y... riquísimos!. Y que hay una fórmula política para combinar el individuo y la justicia: eliminar la “justicia social”. Y puestos en ese camino, eliminando a los pobres, que cada vez son más, sube automáticamente la renta per capita, que es de lo que se trata.
En esta carrera sin frenos para llegar al poder y mantenerse en él, el Vicepresidente segundo del Gobierno -el Sr. Rato- (cuya “saga” debe andar ya rondando los 30.000 millones de pesetas) denunció al PSOE como el instigador y planeador de una estrategia cuyo fin es “consolidar una fuerza política de extrema derecha (¿Gil, Mario Conde, Ruiz Mateos?) que perjudique al PP”.
Pensamos nosotros que si van a ser de extrema derecha, ellos -los del PP- no debían preocuparse, pues está claro que hace mucho que abandonaron esos lugares, ya que actualmente están perfectamente situados en el Centro Reformista. Ahora ya no tienen más que conseguir que ese reformismo se convierta en progresista y de este modo serían ellos los que le quitarían votos al PSOE, que según ellos, son los auténticos progresistas.
Eso sí, los dos partidos deben explicarle al pueblo hacia dónde progresamos, porque el término progresista es muy confuso.
Quizás el Rey sea un buen ejemplo de “progresismo”. En estos momentos tiene un yate que se denomina “Fortuna”, cuyas características son estas: eslora 30,5 m; manga 5,8 m; velocidad máxima 35 nudos, 65 km/h. Fue un regalo del rey Fahd de Arabia Sudita a D.Juan Carlos en el año 1979. En estos días este personaje ha sido noticia en los periódicos españoles porque en menos de tres meses de estancia entre nosotros se ha gastado 12.000 millones de pts. Pero no ha sido él sólo, sino él juntamente con el “séquito”.
Las dimensiones del nuevo Fortuna son: eslora 41,3 m; manga 9,2 m; velocidad máxima 70 nudos, 130 km/h. También es un regalo hecho a D.JuanCarlos por unos treinta personajes del mundo empresarial mallorquín, que han puesto cada uno 100 millones de pesetas. El precio total, como es obvio, es de sólo 3.000 millones. Y que quede ahí, pues en estos momentos no hay patrullera de la Armada capaz de seguir su estela. Para darle escolta.
La paradoja de la democracia, y su condición, es no sobrevivir sino merced a la abnegación de unos cuantos: militantes, educadores, intelectuales comprometidos, rebeldes de las resistencias y de las revoluciones, verdadera aristocracia, pero abierta y decidida a compartir los valores de los que vive. Es muy necesaria que otra jerarquía se oponga a la de los negocios y los despachos.
En el hombre, como en la sociedad, la democracia no se establece sino mediante un esfuerzo, encaminado a domeñar el instinto de poder y el apetito de dominio, porque la virtud democrática por excelencia es la fraternidad igualitaria, atenta al otro.
Los fundadores de la democracia lo vieron muy claro: esta no puede vivir sin virtud. Los valores no son unos fantasmas a los que se encierran en las constituciones, sino ante todo unos hombres que los encarnan, que arrastran tras de sí, que ilustran, que educan.
La democracia no existe sino por una continua circulación de los valores, por un continuo esfuerzo de educación y de moralización.
No son buenos los ejemplos de los deportistas que trasladan su domicilio a “paraísos fiscales”, ni la defensa que acaba de hacer Jesús Gil ante el juez de casi 2.000 millones (1.986 exactamente) que “no figuraban en la contabilidad oficial”. “La respuesta -ha dicho- es muy sencilla, porque el 80% de los presupuestos totales de los clubes se pagaba en dinero B o negro”, sabiendo, naturalmente, que el uso de dinero negro estaría ya teóricamente prescrito.
Un tema
interesante sería las relaciones de la democracia con el cristianismo,
sin olvidar la guerra que -al principio- la Iglesia católica hizo
a la democracia.
Esta no es un régimen
del que la Iglesia debiera servirse constituyendo en ella un partido demócrata-cristiano,
entre los demás, sino que es un régimen en el que los cristianos
se hallan directamente comprometidos, porque es propio de la naturaleza
del cristiano apelar a la conciencia y estimular la libertad.
Nos ha
sorprendido, en las actuales elecciones de la autonomía catalana,
que lo mismo Pujol que Maragall se cobijen bajo el paraguas ideológico
del personalista Emmanuel Mounier.
A los dos les podemos
recordar esta frase del personalista francés: “Somos un chorro de
vinagre en el agua bendita de la democracia cristiana”, frase que creo
que podía extenderse en estos momentos al descafeinado socialismo
de Maragall.
Señores
Pujol y Maragall, creemos que no somos injustos con ustedes colocándoles
en el amplio espacio de la Reforma. Mounier no era un reformista. Ustedes
son burgueses y ricos. Mounier era pobre. Y desde esa virtud creía
y fomentaba la revolución, que para él era personailista
y comunitaria
Luis Capilla