CULTURA PARA LA ESPERANZA número 40. Verano 2000.

Realidad Virtual

Mucho se ha escrito sobre el fenómeno de la realidad virtual y no es mi intención recoger todo este pensamiento. Más bien voy a reflejar tres aspectos que me han resultado próximos en las últimas semanas y que creo que no tienen desperdicio.

Estaba yo consultando una de esas secciones de revista dedicadas a las páginas de internet más interesantes (que ya se ha hecho una sección obligada), cuando me encontré con algo que nunca pensé encontrar. No era sexo virtual, no era juego virtual... era ORACIÓN VIRTUAL. Así como lo oyen. En esa página Web se ofrecían los servicios de una empresa que se dedica a rezar por ti. Por un módico precio, claro. La idea a algunos no debe resultarles muy rara puesto que en muchos sitios se siguen encargando misas con sus estipendios, sin comprometerse los interesados ni en la mínima presencia. Esto ha sido fruto extremo de la separación de la "fracción del pan" de la vivencia de comunidad (la otra forma de "cuerpo de Cristo") y ha exigido multitud de normas por parte de la Iglesia para superar los ingentes abusos.

Al menos en las misas de encargo se mantiene la presencia de una persona: el sacerdote. La misa por vídeo no es admitida. En el caso de la oración virtual ofertada, la novedad estriba además en que las oraciones las realizan ORDENADORES. Las computadoras, que casi todos vamos teniendo, son capaces de generar sonidos y, por tanto, y a juicio de los empresarios, de "realizar oración". Complejo problema que no han previsto ni los más avezados teólogos, que yo sepa, aunque mi conocimiento en esa materia no sea muy amplio. Nos encontramos con un tema que, como históricamente el del sexo de los ángeles o el alma de las mujeres o de los indígenas, puede dar de si para muchas elucubraciones de gente que no tenga mejor cosa que hacer. ¿Contará ante Dios la buena intención del oferente? ¿Servirá el acto intencional de encargo de las oraciones como reconocimiento de la Divinidad?

La empresa, no se sabe si por considerar la amplitud del mercado o por espíritu ecumenista, ofrece servicios para las religiones abrahamicas: judía, cristiana (con un especial para católicos incluyendo oraciones a María) y musulmana. No me acuerdo muy bien si había una sección budista "en construcción". Se encargan los paquetes de oraciones ofertados, con descuento por cantidad como en todo buen negocio, y unos ordenadores se ponen a repetir las oraciones encargadas. El cliente puede comprobar que su encargo se realiza, no vaya a ser que estafen a su "D/dios", conectando, también a través de una página Web, con una cámara en tiempo real (como las del inefable "Gran Hermano", el gran experimento sociológico jamás realizado) enfocada al ordenador que realiza su encargo. Este extremo informado no lo pude comprobar porque yo no tenía encargo con clave para comprobar y, aunque mi oración sea escasa, no veo en estos encargos mi solución.

Esta abrumante separación de la vida real en abstracciones sin fundamento nos invita a reflexionar sobre nuestra vida y cuantos de sus actos están realmente alejados de la realidad de las cosas y de la realidad de las otras personas, los otros "tús" que nos rodean.

Pero no se crean que sólo las cosas más intangibles (el placer, la diversión, la oración...) son las más susceptibles de ser "virtualizadas". Me acabo de enterar que sesudos economistas han realizado el balance económico a nivel mundial y como resultado han concluido que los MARCIANOS nos están prestando dinero. No es una errata, no. No he querido decir los murcianos, sino realmente los marcianos, bueno, o los venusianos o los uranitas..., en una palabra, algún alienígena que se ha metido a emular a nuestros ilustres banqueros. Una vuelta más al intrincado problema de la deuda.

Parece que los autores del trabajo no se habían excedido en las comidas/bebidas de "negocios" de las empresas patrocinadoras de sus Universidades porque lo han publicado en una de las revistas científicas de más prestigio a nivel internacional. El hecho es muy sencillo, estudiando las cuentas de todos los países resulta un endeudamiento progresivo y claro. Y la pregunta es: ¿con quién? Porque las diferentes empresas se incluyen en los países en los que operan por más que muevan el dinero según sus intereses. Por eso se concluye que debe ser con algún alienígena.

En serio; las cuentas no cuadran. Hay endeudamiento y no hay prestamista. Se debe, y no se sabe a quién. Y en seguida las miradas apuntan a los poderosos. La "ingeniería financiera" parece que no es exclusiva de banqueros y de ministros y ministras del PP. Parece que algún o algunos países están trucando también sus cuentas y cargando deudas a otros. ¿Serán los Estados Unidos de América, el país más rico del mundo y el más endeudado? ¿Serán los paraísos fiscales recientemente regañados por la OCDE por sus prácticas ocultatorias? ¿Quién lo sabe?

En todo caso, también se podría argüir que las cuestiones monetarias tienen mucho de virtual. Al fin y al cabo, el dinero no es más que un "papelucho" cuyo único valor es la confianza que se tenga en que nos lo cambiarán por algo más interesante cuando vayamos a la tienda. Cuestión ésta que se pone de manifiesto en las guerras dónde el papel no sirve y es sustituido por bienes de gran interés: joyas, metales preciosos, alcohol, tabaco... O en las tormentas monetarias, en las cuales al reclamar a un país que respalde con bienes todo el dinero en poder de extranjeros que se ha dedicado a poner en circulación, se pone de manifiesto el valor real de los "papelillos". Claro que esto sólo se puede hacer con los pobres, no con la maquinaria de hacer dinero de los USA, por aquello de enviar los marines en defensa de la democracia o de armar una guerra delante de tu casa (y los motivos nacional-raciales, como hemos visto en la exYugoslavia y en Africa o podemos intuir en España, son los más fáciles de aventar).

Bueno pues recogeré el último ejemplo de algo tan tangible como la agricultura.

Hay un nuevo cultivo que no recogen los libros de fitotecnia. En el sur lo llaman "cultivo de relojes" (pronúnciese "relores" con gracia andaluza) y en el norte, más finos, "girasol virtual". Porque tu vas al campo y donde dicen los informes oficiales que hay girasol, allí no hay más que un palo canijo con una mota encima. Algo que recuerda más a una esfera de reloj (de ahí la denominación andaluza) que a la enorme inflorescencia del girasol. "Ser o no ser", que diría Shakespeare. En el campo no es, pero en los papeles y en la contabilidad comunitaria si lo es; de ahí la denominación septentrional.

Como en todos los casos la realidad es muy simple. Los inspectores delegados de la Comunidad Europea tienen obligación de certificar que el girasol ha sido sembrado. Una vez hecho esto, el agricultor ya tiene derecho a cobrar la subvención comunitaria. Como quiera que en muchas zonas este cultivo no es rentable, no compensa económicamente, o no se conocía y no hay cauces de comercialización de la cosecha, el agricultor lo deja el cultivo a su libre devenir, sin preocuparse de labores, abonados, tratamientos... El resultado es lógico.

Los sesudos pensadores, que también aquí los hay, no se ponen de acuerdo en el porqué de esta práctica de "nuestro" gobierno comunitario que tan claramente llama a gritos a la clásica picaresca. Algunos dicen que es una táctica para retirar tierras de cultivo sin declarar tal práctica en un mundo de hambre. Otros para hacer lo mismo sin que se note mucho que en nuestro país se importan semillas para fabricar piensos que se podrían hacer con la torta de girasol (cosas de la globalización). Otros dicen que es para dar subvenciones sin tener que pensar qué se va a hacer con la producción.

Parece que lo que falta aquí es, como en el cuento del sastre del rey, alguien que abra los ojos e indique que el rey está desnudo. Sí, está desnudo, pero hay tantos intereses tapándolo que nadie se atreve a decirlo. Realmente habrá que esforzarse en que cada uno, desde el conocimiento profesional, por ejemplo, contemplemos la realidad circundante con los ojos de un niño y digamos con claridad las verdades más nítidas y menos virtuales.

Antonio Saa

ACCION CULTURAL CRISTIANA. Sierra de Oncala 7, Bjo. Dcha. 28018 Madrid (España) Correo electrónico: acc@accionculturalcristiana.org