CULTURA PARA LA ESPERANZA número 41. Otoño 2000.

PRAGA: UNA NUEVA PRIMAVERA

De un tiempo a esta parte, parece que algo se mueve en la escena internacional que empieza a molestar y a ser visto como un elemento "perturbador" de las, hasta ahora, tranquilas aguas por las que estaban acostumbradas a navegar las agencias financieras multilaterales, portavoces de los intereses de las elites económicas neoliberales.

Lugares como Seattle, Washington, Davos, Melbourne y Praga han sido últimamente escenario de movilizaciones sociales cuyo objetivo no era, precisamente, recaudar fondos para socorrer a las víctimas de catástrofes "naturales" y menos "naturales" a las que nos tienen acostumbrados "los medios de desinformación" y las ONGs: inundaciones, sequías, hambrunas, guerras civiles, persecuciones étnicas, ... Por el contrario, el objetivo de tales movilizaciones es algo que hasta hace poco parecía ser exclusivo de unos pocos "locos", "radicales", "utópicos", que osaban criticar y oponerse a las "bonanzas" y supuestas "bondades" del sistema económico internacional. Lo que se está impugnando y criticando en cada una de estas convocatorias son las estructuras económicas representadas por las instituciones del BM y el FMI, que están en la raíz de la pobreza, la exclusión y la muerte de millones de personas inocentes. Y para oponerse a este sistema nada mejor que plantear la lucha en los centros de poder donde se gestan las "recomendaciones", "consejos", que acaban imponiéndose como directrices a las políticas económicas de los gobiernos, ya sean de primera, segunda o tercera vía; esos centros neurálgicos de poder donde se toman decisiones que afectan a toda la humanidad, sin haber sido elegidos ni refrendados por los pueblos sobre los que sus decisiones significan, en muchos casos, una condena a muerte. La falta de democracia de estas instituciones es evidente cuando conocemos la lista de sus invitados ¿en concepto de qué y en representación de quiénes ha asistido, por ejemplo, G. Soros ?

Por ello, creo que debemos alegrarnos porque parece que, al fin, vamos entendiendo que la lucha contra la pobreza y la exclusión social ya sea a escala local, nacional o internacional, debe plantearse, no acudiendo a sofocar los incendios de los pirómanos del FMI o del BM que representan los intereses de las grandes transnacionales, y que sólo sirven para prolongar y retardar el sufrimiento de los pobres, refugiados, desempleados, ...sino que la lucha para ser eficaz y estar al nivel de las circunstancias, ha de plantearse frontalmente contra las instituciones y estructuras económicas que se rigen por los principios de la rentabilidad, el beneficio, el lucro y la propiedad privada , y que son legitimadas desde los poderes políticos de los gobiernos nacionales, sumisos vicarios de intereses ajenos a los de aquellos que dicen representar. La labor de denuncia, protesta y alternativas de los movimientos sociales y grupos insatisfechos con el orden social, económico y político derivado del neoliberalismo, debe ir encaminada a desprestigiar, desacreditar y deslegitimar a estas organizaciones multilaterales y a los gobiernos cómplices de los países más enriquecidos del norte, empezando a llamar las cosas por su nombre.

Hay varias lecturas de los acontecimientos que han desembocado en las movilizaciones de Praga, con motivo de la 55 Cumbre del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial. Mi lectura, una de tantas que se pueden hacer, va encaminada a destacar algunas lecciones que me parecen importantes de cara a continuar la lucha social emprendida por este camino:

1.- La recuperación del carácter internacional de las movilizaciones sociales. En un contexto mundializado, globalizado, en el que el ataque a los derechos humanos y a la dignidad de las personas tiene un alcance internacional, se hace preciso plantear respuestas a la misma escala. El internacionalismo, característica de los grandes movimientos sociales que han ido inclinando la historia del lado de los más vulnerables y débiles –el movimiento obrero, el movimiento de las sufragistas, el movimiento pacifista, el movimiento por los derechos civiles,...- aparece como un elemento común en los antecedentes directos del actual ciclo de protestas contra los efectos perniciosos del neoliberalismo. En la formación de la Iniciativa contra la Globalización Económica, convocante de las manifestaciones en Praga, han desempeñado un importante papel otras iniciativas que van mas allá del simple carácter reivindicativo y localista: el levantamiento del EZLN (Ejército Zapatista de Liberación Nacional) y los dos Encuentros por la Humanidad y contra el Neoliberalismo, organizados por los rebeldes mexicanos en 1996 y 1997; la Alianza Global de los Pueblos, integrada inmediatamente después del Encuentro en España de 1997; la Conferencia Bradford Mayday, realizada en Inglaterra en 1998; la Coalición Jubileo 2000; el Movimiento de Resistencia Global de Barcelona; las jornadas de lucha en contra del Acuerdo Multilateral de Inversiones; las iniciativas ATTAC (movimiento que impulsa la lucha por la aprobación de la tasa Tobin, un impuesto al capital financiero especulativo transfronterizo); las Marchas Europeas contra el Paro; el movimiento de los sin papeles en Francia; los Centros Sociales en Italia; la oposición a las empresas que producen alimentos genéticamente modificados...

Alguien podrá pensar que estos movimientos e iniciativas compuestos por diversidad de colectivos y grupos son difíciles de mantener unidos, puesto que si hay acuerdo en el objetivo principal –la lucha contra un sistema injusto y discriminador que fabrica ciudadanos de primera, segunda y tercera categoría- no siempre existe unanimidad en los medios, las estrategias y las alternativas. Sin embargo, esto no debe representar un obstáculo sino un motivo de reflexión al interior de las organizaciones y de diálogo intergrupal, un reto que si no se tiene en cuenta puede conducir al fracaso de la iniciativa. Cuando asistimos a un proceso creciente de fusiones de las corporaciones bancarias, financieras e industriales, que están poniendo en jaque no sólo la declaración misma de los derechos humanos sino la propia soberanía nacional de los pueblos, es una responsabilidad y obligación moral buscar vías de encuentro, espacios de diálogo y acciones comunes que unan los esfuerzos, las ideas y los medios de todos aquellos que diseminados en multitud de organizaciones luchan por transformar y crear un nuevo orden internacional auténticamente humano.

2.- Una prueba de que se han empezado a tocar las fibras sensibles del sistema económico es el despliegue policial y militar al que hemos asistido en las ciudades donde han tenido lugar las movilizaciones. El saldo es muy significativo: los manifestantes contra el FMI y el BM en la capital checa ascendieron a unos doce mil; los efectivos policiales y militares fueron unos once mil, casi un policía por manifestante; el gobierno checo impidió el ingreso de más de doscientas personas que pretendían participar en las acciones de protesta, personas que formaban parte de una lista de activistas elaborada con la colaboración de la policía de todo el mundo. ¿A qué temían los delegados de la cumbre?, ¿acaso tenían miedo por su integridad física?, o ¿el miedo era más bien al desprestigio, al descrédito, a la pérdida de imagen que podía ocasionarles la protesta de los miles de activistas que han decidido sacar a la luz sus agendas de trabajo, sus verdaderos intereses y sus implicaciones en los problemas que dicen hipócritamente querer resolver?

Dos hechos han quedado claros ante el papel que la policía y el ejército han desempeñado tanto en Praga como en el resto de las ciudades donde se han producido movilizaciones antineoliberales: primero, hay una policía internacional que protege a la internacional del capital. Es evidente que "las fuerzas de seguridad públicas", de "públicas" no tienen nada más que el origen de su financiación que procede de los presupuestos de la nación -a los que contribuimos todos los ciudadanos- porque a la hora de la verdad, ya hemos visto a quiénes protegen y defienden. Los medios de comunicación, en su labor de enmascaramiento y distorsión de la realidad, se han hecho eco de los actos de violencia protagonizados por los manifestantes, que son supuestamente los que han provocado la reacción policial. Pero ¿qué decir de la violencia generada por la especulación financiera, el desempleo masivo, la explotación de niños y mujeres, la expulsión de sus tierras de los campesinos e indígenas, de los emigrantes que cruzan el estrecho de Gibraltar o la frontera mexicana, dejándose en ello la vida; la violencia generada por la acción de las multinacionales del petróleo en Africa, América Latina; la violencia de una industria y un comercio de armas por el que regresan a los países donantes parte de la ayuda al "desarrollo"; la violencia de la deuda externa...? Los peligrosos no eran los que estaban en la calle, sino los que estaban en la cumbre del FMI y del BM, ellos como representantes de unas instituciones y estructuras criminales son los que deberían ser juzgados por tribunales internacionales; ellos son los que deberían tener prohibida la entrada en los países y declarados ciudadanos non gratos, ...

Los medios de comunicación, como siempre, han hecho el juego al intento de desprestigiar este tipo de movilizaciones, dando amplia cobertura a los actos de violencia generados por los manifestantes y ocultando, distrayendo la atención acerca de la violencia y agresión ocasionada por el sistema económico neoliberal. La información sobre la adscripción y afiliación de los activistas insistía especialmente en su pertenencia a las tribus urbanas, círculos libertarios, sectores radicales, okupas, punks, grupos y colectivos ante los que existen fuertes prejuicios, en relación a sus conductas y comportamientos violentos, rebeldes y contestatarios, metiendo a todos en un "mismo saco" con el fin de desacreditar la iniciativa. Poco informaban por ejemplo de la asistencia del Movimiento de los Sin Tierra de Brasil, acostumbrados también a las embestidas del ejército brasileño por reclamar un bien público como el derecho a trabajar la tierra, o de los agricultores mexicanos, canadienses y norteamericanos de Vía Campesina, afectados por el Tratado de Libre Comercio o de los agricultores franceses de la Confederación Campesina,...

Hay otro hecho evidente con la actuación policial y militar y es que pese a la imagen que el ejército y las fuerzas armadas se esfuerzan por dar como institución en los últimos tiempos, una imagen de colaboración con ONGs en las labores humanitarias, está visto que cuando se trata de defender los intereses del capital industrial y financiero, no hay "humanitarismo" que valga. ¿Cómo se habrán sentido los miembros de las ONGs participantes en las movilizaciones de Praga ante efectivos militares –me refiero a la institución y estructura militar, no a las personas concretas, por eso me da igual hablar del ejército checo, norteamericano, brasileño o español- con los que están acostumbrados a colaborar en las acciones humanitarias? ¿Por qué en unos casos presentan esa faceta "humanitaria" de colaboración con las ONGs, como si todos estuviesen en el mismo bando, y en Praga, ONGs y ejército se han situado claramente en bandos contrarios? ¿Será porque las campañas humanitarias no hacen tanto daño al sistema como cuando se ataca a las raíces, las causas, de la miseria y exclusión social?

3.- Por último, cabría hacer una reflexión, nada nueva, sobre los intelectuales y el poder. Es triste, muy triste, que una persona de la talla intelectual y humana de Vaclav Havel, el dramaturgo presidente que condujo una revolución antiautoritaria en nombre de la ética, la libertad y los derechos humanos, se haya convertido en defensor de los que más atentan contra el derecho fundamental: el derecho a la vida.. Si guiar el proceso de ingreso de su país en la Unión Europea supone el servilismo a los poderes económicos y la renuncia a los principios que guiaron su actuación en la revolución de 1989, más le hubiera valido seguir escribiendo teatro y poesía, por lo menos habría pasado a la historia como un buen dramaturgo y escritor. Cuando el intelectual deja de ser crítico con el poder, especialmente, con los regímenes totalitarios y autoritarios, sean del signo que sean, pasa a formar parte de la pléyade de "intelectuales orgánicos" de los que tan necesitados está siempre el poder para legitimarse frente a la sociedad. Renunciar a su cargo de presidente antes que utilizar la violencia contra los manifestantes, hubiese sido un gesto que le habría encumbrado a la cima de los hombres que han sabido poner su conciencia por encima de las presiones políticas, económicas, religiosas, pero esto es algo que no se lleva, que está demodé, que no da votos, ni generalmente dinero porque no se "vende" bien... De seguir vivo, Franz Kafka habría escrito una nueva versión de La metamorfosis , pero su personaje central no sería ya Gregorio Samsa sino el presidente checo.

ANA RIVAS

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