CULTURA PARA LA ESPERANZA número 44. Verano 2001.
SALUD Y GLOBALIZACION.
EL CASO DE LOS MEDICAMENTOS CONTRA EL SIDA Y LAS PATENTES
INTRODUCCION
La situación mundial del SIDA y el comportamiento de algunas de las grandes multinacionales farmacéuticas han puesto en evidencia las contradicciones de un mundo ya globalizado. El detonante de la crisis actual ha sido el juicio que el pasado mes de abril iba a fallar la demanda presentada por 39 multinacionales farmacéuticas, lideradas por Glaxo-Smith-Kline, contra el Gobierno de Sudáfrica, país que cuenta con 4,2 millones de personas infectadas por el VIH (virus de la inmunodeficiencia humana), y con 2.000 nuevos casos cada día. Con esta demanda las farmacéuticas pretendían derogar una ley que en 1997 aprobó Nelson Mandela para facilitar el acceso de los enfermos a los tratamientos contra el SIDA y permitir asimismo las importaciones paralelas de medicamentos.
LA SALUD EN UN MUNDO GLOBALIZADO
Anualmente mueren en el mundo 17 millones de personas que no tienen acceso a los medicamentos esenciales. El acceso a las medicinas es uno de los derechos humanos básicos del que carece un tercio de la población del planeta, lo que equivale a hablar de 2.000 millones de personas. Hay enfermedades en África para las que se conoce un tratamiento que ya no se fabrica; enfermedades en el Tercer Mundo para las que se disponen de tratamientos anticuados que no se han seguido investigando; aparecen medicamentos de calidad deficiente o falsificaciones y, sobre todo, existen medicinas a precios prohibitivos para estos países. Veamos algunos ejemplos.
En un comunicado reciente, los voluntarios de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Uganda y Sudán se quejaban indignados ante la imposibilidad de acceder a un medicamento de vital importancia para curar la enfermedad del sueño, una enfermedad mortal y endémica en África, que tiene una medicina que la cura pero que ya no se fabrica porque económicamente no es rentable. Esta enfermedad, que se creía erradicada, ha reaparecido tras el derrumbe de los sistemas de salud y del desplazamiento masivo de las poblaciones dentro de países como Uganda, Congo-Kinshasa o Sudán. Los médicos no tienen a su disposición más que viejos medicamentos cada vez menos eficaces. Un medicamento, sin embargo, podría garantizar un tratamiento apropiado: la eflornitina. Ésta, después de haber sido comercializada por el laboratorio Merell Dow a un precio muy alto, no está disponible. Su producción ha sido detenida por falta de rentabilidad. Desde hace tres años, el trust Marion Roussel Hoescht ha ofrecido los derechos de comercialización a la Organización Mundial de la Salud (OMS). MSF, junto con otros, ha intentado convencer a otro laboratorio para que produzca esta molécula garantizándole un cierto volumen de venta.
Algunas enfermedades se tratan con medicamentos desarrollados hace 30 años a los que existen resistencias como es el caso de la malaria, la leishmaniosis y la tuberculosis. El motivo de este parón en la investigación sigue siendo la falta de rentabilidad. ¿Para qué investigar sobre una enfermedad que no se padece en el Primer Mundo donde la gente podría costearse el tratamiento? ¿Merece la pena una vacuna contra estas enfermedades, que luego haya que vender a bajo precio? La respuesta de las farmacéuticas es no. La respuesta de algunos investigadores como Patarroyo, es sí. Este científico colombiano sigue en su empeño de descubrir una vacuna sintética contra la malaria con un 100% de efectividad y que carezca de patente para que sea accesible a toda la humanidad. En 1995, Patarroyo rechazó los 9.000 millones de pesetas que la OMS le ofrecía por su vacuna: "Quiero serle útil a mis semejantes, sin intereses personales. No me interesa el dinero, no me interesa el poder", declaró a un diario nacional.
Entre 1975 y 1997, sobre más de 1.200 nuevos medicamentos comercializados en el mundo, solamente 11 contemplaban el tratamiento de una enfermedad tropical. En otras palabras, la lógica del mercado conduce a gastar en investigación y desarrollo, miles de millones de dólares para el Viagra y 0 centavos para poner a punto nuevos tratamientos contra la malaria que mata a 1.800.000 personas al año.
Siguiendo con las dificultades que encuentran estos países, tenemos el caso de los medicamentos de calidad deficiente y las falsificaciones. En marzo de 1995, durante la epidemia de meningitis de Níger, el país recibió una donación de vacunas de Pasteur Mérieux y de Smith Kline Beecham desde Nigeria. Al observarse anomalías en las mismas, se llamó a los laboratorios y éstos confirmaron que ni los números de lote ni las fechas coincidían con sus registros.
Como colofón están los altos precios derivados de las patentes, que muchos países no pueden pagar en tanta cantidad como necesitan. Su nivel de vida hace que, para costearse un tratamiento con antibióticos para curar una neumonía, una persona en un país empobrecido tendría que trabajar un mes. En Europa el mismo tratamiento supone un gasto equivalente a 2 ó 3 horas de trabajo. El sistema llega al absurdo en el caso de la mefloquina, un medicamento antimalárico, que es dos veces más caro en Tanzania que en Noruega.
LA SITUACION DEL SIDA EN EL MUNDO
"El SIDA golpea al Tercer Mundo en una magnitud desconocida desde la Peste Negra que exterminó a un cuarto de la población europea. El SIDA no es un problema sanitario limitado a algunas regiones del globo; está causando la exterminación total del África. Más del 20% de la población de los países sub-saharianos es portadora del virus; en África del Sur, entre los jóvenes supera el 50%. En diez o veinte años esta enfermedad producirá consecuencias aún imposibles de imaginar. Jamás el mundo había visto morir a un continente porque sus habitantes fuesen pobres. Nosotros lo veremos".
Mientras que en los países ricos el SIDA se considera una enfermedad crónica, en los países pobres, donde viven el 95% de los 36,1 millones de afectados, es una enfermedad mortal. El 70% de los adultos y el 80% de los niños que tienen SIDA viven en África. En la mayoría de estos países tampoco se distribuye a las mujeres seropositivas embarazadas el AZT (medicamento de elección en la prevención de la transmisión vertical). El año pasado 5,3 millones de personas se contagiaron y 3 millones murieron.
Pero las industrias farmacéuticas facturan los tratamientos entre 10 y 15.000 dólares por año y por persona. EEUU pueden permitírselo y hacer esta terapia accesible a los enfermos. Pero ninguna nación del Tercer Mundo dispone de los medios. Por consiguiente el 95% de las personas enfermas de SIDA en el mundo no tienen acceso a ningún tratamiento.
Sin embargo la producción de estos medicamentos cuesta muy poco. Todos los países empobrecidos podrían fabricarlos y tratar el SIDA. Pero la industria farmacéutica - la industria más rentable del mundo - se pertrecha detrás de sus sacrosantas patentes para obtener beneficios contabilizados en miles de millones de dólares. Para proteger su riqueza y su poder, estas empresas utilizan al gobierno de EEUU para impedir que las naciones del Tercer Mundo produzcan genéricos de estos medicamentos.
LA LUCHA
La gente del Sur y del Norte ha comenzado a reaccionar. Los movimientos estadounidenses de lucha contra el SIDA presionan sobre su gobierno y las compañías mientras que un puñado de países del Tercer Mundo ha comenzado a desafiar a la industria farmacéutica fabricando sus propios medicamentos.
El New York Times titulaba recientemente un artículo así: "El problema mundial del SIDA tiene solución: Vean a Brasil". Brasil ha hecho más que proporcionar tratamiento a sus enfermos, ha lanzado un movimiento en el Tercer Mundo para tratar el problema del SIDA. Lo ha hecho despreciando las patentes de las compañías y poniendo a las necesidades humanas sobre la rapacidad industrial.
Brasil, con 500.000 pacientes infectados, aplicando su legislación – por la cual puede elaborar medicamentos, siempre que en el país no se elaboren los de marca, con patente - ha podido fabricar sus propios genéricos y distribuirlos gratuitamente desde los hospitales, reduciendo en un 50% el número de muertes esperadas, según estimaciones del Banco Mundial. Pero el Gobierno de EEUU, a través de la Organización Mundial del Comercio (OMC), ha iniciado procedimientos legales contra Brasil argumentando que la fabricación local de genéricos va contra las leyes internacionales de protección de patentes. Brasil, por su parte, ha pedido a la ONU que reconozca el derecho de los países a fabricar medicamentos contra el SIDA.
"La estrategia de EEUU para reducir a la nada el programa brasileño, es introducir en el futuro Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA) nuevas leyes sobre la propiedad intelectual para defender la industria privada. Si los EEUU logran incluir leyes sobre la propiedad intelectual más rigurosas y a favor de la industria (llamadas TRIPS-plus) en el ALCA, el sistema brasileño de medicamentos será fatalmente barrido. Las políticas del ALCA de protección de las patentes industriales obligará a Brasil a poner fin a la producción de medicamentos vitales de su programa de medicamentos genéricos a causa de la cantidad de reglamentaciones que lo paralizarán.."
Estados Unidos, cuyas compañías producen la mayor parte de los nuevos descubrimientos, está amenazando a 16 países con aplicarles la cláusula 301 por la cual puede imponer sanciones comerciales sin recurrir a la OMC si adquieren remedios genéricos. A pesar de ello, el gobierno de Kenia indicó que presentaría ante el parlamento un proyecto de ley para permitir la importación de genéricos. Y la República Dominicana planea importar genéricos a pesar de la presión estadounidense, que amenazó con eliminar un acuerdo especial para la importación de textiles dominicanos.
Las normas de la OMC no favorecen la producción de genéricos, sino las patentes de las empresas. Pero como alternativas, se ofrecen la licencia obligatoria y las importaciones paralelas.
Así que Brasil, India, Tailandia o Egipto se han convertido en autosuficientes en cuanto a medicamentos se refiere y se han ofrecido a venderlos a los países pobres a bajo precio.
Por la falta de vigencia de la ley de patentes en la India, el país aún está libre de demandas pese a que el laboratorio indio Cipla elabora y vende una combinación antisida, un 96% más barata que lo que cuesta en EEUU. "La oferta realizada por este fabricante de genéricos pone de manifiesto que las compañías pueden reducir los precios", afirma la doctora Emilia Herranz, Coordinadora de la campaña Acceso a Medicamentos Esenciales de MSF. "Las farmacéuticas –continúa- alegan que una bajada de precios repercutiría en los costos de I+D, y es cierto que ése es un proceso larguísimo que alcanza los diez años y los 150-200 millones de dólares. Pero sus razones son rebatibles: se pueden perfectamente cargar costos en los países del Primer Mundo, y poner simplemente precios de producción en los países del Tercer Mundo. Y el precio de producción es un 1% del precio total del medicamento". Por otra parte hay una cierta falacia en los costos que supone la investigación para una empresa. Por ejemplo, en la distribución de la plantilla de empleados de Glaxo, hay 10 mil científicos y 40 mil agentes de ventas. Además una gran parte de la investigación está subvencionada por el Estado a través de la formación de los profesionales en las universidades y de la organización de los congresos.
La OMC pretende que todos los países acepten que durante 20 años los propietarios de patentes tengan la exclusividad de la comercialización y que tan sólo ante un caso de emergencia nacional esta normativa pueda obviarse. La pandemia que se vive en África podría justificar el estado de emergencia.
A pesar de ello, las grandes corporaciones multinacionales se mantienen implacables en la defensa de las patentes, aunque esto implique demandar a las naciones más pobres que quieren elaborar o importar genéricos. Las farmacéuticas creen que si pierden el pleito de Sudáfrica, otros países se sentirán animados a aplicar leyes similares. Creen también que ahora el tema es el SIDA, pero luego puede ser el cáncer, las enfermedades infecciosas, etc. También temen que si a los países más pobres se les permitiese importar medicamentos baratos, también lo harían los ricos.
La presión es intensa, sobre todo en Washington, donde las farmacéuticas se han gastado una fortuna para apoyar la elección de George Bush. Public Citizen, grupo de opinión independiente, denunció que la industria farmacéutica había invertido 230 millones de dólares durante la elección presidencial americana, en contribuciones directas a la campaña, dando soporte a los lobbies de la industria en el Congreso y en anuncios y campañas publicitarias para favorecer sus intereses.
El presidente de Pharmaceutical Research and Manufacturers of America, Alan Holmer, argumenta a favor de las patentes y de la libertad de precio de esta manera: "el control de precios de los medicamentos no ayudará a los que carecen de cobertura para los medicamentos prescritos, y puede ser perjudicial para aquellos que esperan nuevos tratamientos para enfermedades como el Alzheimer, cáncer o SIDA. El control de precios puede originar una ralentización en el desarrollo de nuevos y mejores medicamentos".
Una compleja situación de intereses, que se ha extendido por los ámbitos políticos y de opinión. En la práctica lo que se está debatiendo es si el derecho a la salud en los países del Tercer Mundo está antes o después de los derechos económicos de las industrias sobre sus patentes.
CONCLUSION
El precio de los medicamentos contra el SIDA los convierte en inaccesibles para la mayoría de la población enferma. Por esto era tan importante la batalla legal de Pretoria y las farmacéuticas lo saben. Se está legitimando el nuevo orden económico mundial y está en juego el derecho a la salud. Las leyes del mercado no deberían aplicarse aquí a menos que estemos dispuestos a que millones de personas mueran por no poder pagar unos medicamentos cuyos precios son muy superiores a sus costes. El problema ha desbordado los límites de una polémica comercial para situarse en el corazón mismo de la globalización y su impacto sobre una aspecto esencial del bienestar humano: la salud pública.
NOTA FINAL
Las compañías farmacéuticas se retiraron en el desafío a la legislación sudafricana. Las empresas están presionando para re-escribir una sección clave que califique y limite las circunstancias en las que se garantizan las licencias obligatorias a terceros países para fabricar medicinas patentadas a precios más bajos.
ANEXO
La oferta de genéricos
Actualmente los dos principales productores de genéricos antiretrovirales son Brasil y la India. Producen la totalidad de los antiretrovirales de primera generación, un antiretroviral de segunda generación y en el caso de Brasil, un antiretroviral de tercera generación.
Tanto en Brasil como en la India las copias de estos medicamentos, desarrollados por laboratorios occidentales son legales, porque no han sido protegidos jamás por ninguna patente en estos países ya que en el momento en que fueron inventados formaban parte de la lista de productos no patentables. Sin embargo, desde la generalización de los sistemas de propiedad intelectual impuestos por la OMC, Brasil debe conceder a los industriales desde 1996, patentes de 20 años de duración sobre los medicamentos. En cuanto a la India, tiene un plazo hasta el 2005 para adecuarse a la legislación occidental en materia de propiedad intelectual. En Tailandia, las patentes habían sido acordadas hasta 1992, solamente a los procedimientos industriales de fabricación y no sobre los productos en sí mismos.
El ejemplo del AZT
El AZT fue inventado en 1984 en el marco de una investigación sobre el cáncer. A principios de los 80 fue experimentado contra el VIH y se descubrió su efecto antiretroviral. La patente original sobre la molécula había vencido en 1974: el laboratorio público de origen estadounidense presentó en 1985 un pedido de patente para el uso del AZT contra el VIH. Una patente de uso de una molécula otorga a su propietario el monopolio de la comercialización de los medicamentos que la contengan y estén dirigidos al uso para el cual fue descubierta (para el VIH en vez de para el cáncer en este caso).
El poder público estadounidense cedió al laboratorio británico Glaxo una licencia mundial exclusiva sobre la patente de uso del AZT: en todos los países en los que fue patentado solo se puede usar el AZT de Glaxo para tratar a los pacientes seropositivos.
Sin embargo en 1985 una gran cantidad de países no reconocían las patentes ni sobre los medicamentos ni sobre el uso de éstos. De modo que como el AZT no ha sido patentado en todos los países, no existe el monopolio y pueden fabricarse o importarse versiones genéricas del AZT para uso anti-VIH.
Pero además, desde el punto de vista legal, en aquellos países en los cuales existe la patente de uso, es posible fabricar los ingredientes necesarios para producir los comprimidos de AZT en las dosis indicadas para luchar contra el VIH y exportarlos como "comprimidos en kit" hacia países donde no existen patentes para el AZT. En estos últimos se podrían reformular estos comprimidos finales a partir de los ingredientes importados en kit.
Sin embargo el AZT ya es un medicamento antiguo para combatir el SIDA y son pocos los seropositivos (al menos en el Norte) que lo toman.
¿Qué es una patente?
Es el derecho legal acordado por un Estado o un grupo de Estados a través de una Oficina Regional de Patentes para sus territorios, que asegura un monopolio por tiempo limitado (por 20 años como mínimo) para la producción, venta e importación de un invento en el territorio nacional. Las primeras patentes anti-retrovirales de primera generación vencerán en el año 2007 y los de tercera en el 2013.
¿Qué es un genérico?
Es la copia de un medicamento original que ha sido posible por el vencimiento de la patente inicial. Entonces, el producto puede ser comercializado bajo su Denominación Internacional Común a un precio inferior al de los medicamentos de marca correspondientes.
Medicamentos esenciales:
Medicamentos que se corresponden con las necesidades de salud de la mayoría de la población, los que en definitiva deben hallarse siempre disponibles y en cantidad suficiente. La OMS elabora y actualiza periódicamente una lista de medicamentos esenciales adaptada a las diferentes necesidades sanitarias de los países. Ciertos medicamentos considerados como esenciales desde el punto de vista de la salud, como los antiretrovirales se hallan excluidos de la lista de la OMS debido a su alto costo.
Importaciones paralelas:
Importación de medicamentos de marca (patentados) de un tercer país, en lugar de directamente del laboratorio que los produce, para beneficiarse de los precios sensiblemente más bajos que algunas compañías acuerdan con algunos países. En la Unión Europea, la importación paralela de productos es empleada ampliamente y se considera como una forma eficaz de reducir los precios. Desde la creación de la OMC, el gobierno de los EEUU asumió una posición muy agresiva contra las importaciones paralelas, práctica muy aplicada por los mismos EEUU.
Licencia voluntaria:
Es la autorización para producir, vender o importar un producto acordado por el dueño de una patente a una empresa o a un gobierno. Actualmente, en lo que a tratamiento contra el VIH se refiere, ningún laboratorio ha aceptado otorgar una licencia voluntaria a ningún país que se lo ha requerido.
Licencia obligatoria:
Procedimiento administrativo legal (que figura en los acuerdos TRIPS) mediante el cual un gobierno emite una licencia de explotación de una determinada patente sin el permiso de su dueño, cuando afecte, por ejemplo, a la salud pública. Las principales fuentes interesadas en las licencias obligatorias están relacionadas con la defensa, la investigación, la competencia y la salud. Los EEUU y Europa son las dos regiones del mundo que emiten mayor cantidad de licencias obligatorias.
TRIPS
El artículo de los acuerdos TRIPS, siglas en inglés de Aspectos de los Derechos sobre la Propiedad Intelectual que afectan al Comercio, de la OMC, invocado por los laboratorios, protege las innovaciones industriales contra cualquier intento de imitación. Pero también permite a un país miembro, "en situaciones de emergencia nacional u otras circunstancias de extrema urgencia", derogar la protección de las patentes. Los TRIPS prescriben las normas mínimas que los países miembros de la OMC deben acatar para asegurar que los nuevos productos, incluidos los medicamentos, estén protegidos por una patente. Estas normas deben hallarse integradas en la legislación nacional en determinados plazos que dependen de cada país, de su nivel de desarrollo y de las leyes de patentes vigentes.
Este artículo recopila algunos textos difundidos a través de Internet en las páginas WEB de Médicos sin Fronteras, Oxfam, Association Internationale pour l'Accès aux Médicaments Génériques Anti VIH, el Nº 76 de "El Grano de Arena", órgano de difusión de ATTAC así como artículos de prensa de El País, El Mundo, Financial Times, Agence France-Presse y The Guardian.
Salomé Ballesteros