CULTURA PARA LA ESPERANZA número 46. Invierno 2002.
INTELLIGENTI, PAUCA
(A buen entendedor...)
"Cayó, cayó Babilonia la grande, y ha quedado hecha morada de demonios, y guarida de todo pájaro inmundo y detestado; por cuanto del vino del furor de su fornicación han bebido todas las naciones, y los reyes de la tierra fornicaron con ella, y los mercaderes se enriquecieron con la pujanza de su lujo.
Salid de ella, pueblo mío, para que no os hagáis cómplices de sus pecados y no participéis de sus plagas; pues sus pecados llegan a tocar el cielo, y se acordó Dios de sus iniquidades.
Llorarán y plañirán sobre ella los reyes de la tierra que con ella fornicaron y se entregaron al lujo; cuando vieren el humo de su incendio, quedándose lejos por temor de su tormento, diciendo: "¡Ay, ay!, la ciudad grande, Babilonia, la ciudad poderosa, porque en una sola hora ha venido tu juicio".
Y los mercaderes de la tierra lloran y se lamentan sobre ella, porque su cargamento nadie lo compra ya: cargamento de oro, y de plata, y de piedras preciosas, y de perlas, de lino finísimo, y de púrpura, y de seda y de escarlata, y de toda madera de tuya, y toda obra de marfil, y toda obra de las maderas más preciosas, y de bronce, y de hierro, y de mármol, y cinamomo y amomo, y especies aromáticas, y perfume e incienso, vino y aceite, y flor de harina y trigo, bestias de carga y ovejas, caballos, y coches, y cuerpos, y almas de hombres. Y aquellos frutos en sazón que codiciaba tu alma se alejaron de ti, y todo lo opulento y espléndido pereció para ti, y nunca jamás volverá. Los mercaderes de estas cosas, que a costa de ellas se enriquecieron, se mantendrán lejos por el temor de su tormento, llorando y lamentándose diciendo: "¡Ay, ay!, la ciudad grande, vestida de lino finísimo y púrpura y escarlata, y engalanada con oro y piedras preciosas y perlas, pues en una sola hora fue devastada tanta riqueza".
Y todo piloto, y todo el que navega haciendo escala en cada puerto, y los marineros, y cuantos fatigan el mar, se mantuvieron lejos y gritaron al ver el humo de su incendio, diciendo: "¿Quién había semejante a la gran ciudad?" Y echaron polvo sobre sus cabezas y gritaban llorando y lamentándose, diciendo: "Ay!, ay!, la ciudad grande, en la cual se enriquecieron los que tenían naves en el mar, por lo elevado de sus precios, porque en una sola hora fue devastada".
Así, de golpe, será arrojada Babilonia,
la ciudad grande, y no se la verá ya más. Y voz de citaristas,
y de músicos, y de flautistas, y de trompetas no se oirá
ya más en ti; ni artífice alguno de ningún arte se
hallará más en ti; ni voz de rueda de molino se oirá
ya más en ti; ni luz de lámpara resplandecerá ya más
en ti; ni voz de desposado y desposada se oirá ya más en
ti, porque tus mercaderes eran los magnates de la tierra, porque
con tus hechicerías fueron embaucadas todas las gentes, y
en ella fue hallada la. sangre de los santos y profetas y de todos los
que han sido degollados sobre la tierra". (Apocalipsis, Cap. XVIII).
"Debiendo, pues, enviar Micipsa (rey de Numidia) refuerzos de caballería e infantería al pueblo Romano con destino a la guerra de Numancia, puso a Yugurta al frente de los Númidas que enviaba a España, con la esperanza de que perecería sin duda, bien al hacer alarde de su valor, bien víctima de la bravura de los enemigos. Pero la realidad fue muy distinta de lo que él había calculado. En efecto, tan pronto como Yugurta, hombre de espíritu activo y perspicaz, conoció el carácter de Publio Escipión, a la sazón general de los Romanos, y la táctica del enemigo, a costa de gran trabajo y celo, en poco tiempo se hizo tan famoso, que llegó a ser el ídolo de los nuestros y el terror de los Numantinos. En realidad, era bravo en el combate y maduro en el consejo. El general, por tanto, resolvía con la ayuda de Yugurta casi todos los asuntos difíciles. Añadíase a esto una generosidad y destreza de ingenio tan grandes, que con ellas se había ganado la íntima amistad de numerosos Romanos.
En aquel tiempo había en nuestro ejército muchos hombres nuevos y nobles, que anteponían la riqueza a lo bueno y honesto; hombres intrigantes en Roma, poderosos entre los aliados, más célebres que honorables, que inflamaban el ya ambicioso espíritu de Yugurta con la insistente promesa de que, si llegara a faltar Micipsa, él se convertiría en el único sucesor en el imperio de Numidia; añadiendo que Yugurta tenía un gran valor y que en Roma todo se vendía.
Después que, destruida Numancia, Publio Escipión decidió licenciar las tropas auxiliares y regresar a Roma, condecoró y elogió magníficamente a Yugurta en presencia de todos. Lo despidió con una carta suya dirigida a Micipsa: "Tu querido Yugurta ha mostrado un valor incomparable en la guerra de Numancia, y sé de cierto que la noticia te producirá alegría. Yo lo estimo por sus méritos y me esforzaré con todo interés para que el Senado y el Pueblo Romano compartan mi estimación por él". (Salustio. Guerra de Yugurta. Cap. VII, VIII y IX)
Salustio da cuenta, a lo largo de numerosos capítulos, de cómo la ambición lleva a Yugurta , en diversas vicisitudes y a lo largo de varios años, a despojar del trono, asesinándolos, a sus hermanos. Los Romanos le exigen cuentas y él se defiende siempre con la intriga apoyada invariablemente en el soborno. Copiemos algunos textos de Salustio literalmente.
"Envía a Roma embajadores cargados de oro y plata, y les encarga que colmen de presentes primero a sus viejos amigos, luego que ganen a otros nuevos, en una palabra, que no vacilen en adquirir con dádivas toda clase de apoyos. Luego que llegaron a Roma los embajadores y enviaron valiosos presentes a sus huéspedes y a otros personajes que en aquella época gozaban de gran influencia en el Senado, se operó un cambio tan notable, que Yugurta, de odioso que era antes, pasó a obtener el favor y las simpatías de los nobles, los cuales seducidos unos por promesas y otros por dinero presionaban a cada uno de los senadores y trataban de conseguir que no se tomase contra Yugurta ninguna medida severa". (Cap. XIII)
"Aunque Yugurta contaba al senador Lucio Opimio, hombre ilustre y a la sazón influyente en el Senado, entre sus enemigos en Roma, sin embargo lo recibió con toda deferencia; a fuerza de dádivas y de promesas consiguió de él que sacrificara su crédito, su honor y, en una palabra, todos los intereses a la conveniencia del rey (Yugurta)". (Cap. XVI).
"Yugurta recibió orden del Senado de abandonar Italia. Se dice que ya, fuera de Roma, volvió a ella muchas veces sus ojos en silencio y que por último exclamó: !Ciudad venal y que perecería pronto si encontrase un comprador!". (Cap. XXXV).
Por fin, Roma, harta de humillaciones y descalabros militares decide acabar con él; objetivo que logra por la traición de Boco, rey de Mauritania y suegro de Yugurta, conseguida también con sobornos y promesas. La pesadilla de Yugurta había durado más de 15 años.
"Boco hace venir por último a Sila y, de acuerdo con sus indicaciones, tiende una emboscada a Yugurta. Después, desde que amaneció y le fue comunicado que Yugurta se encontraba cerca, sale acompañado de algunos amigos y de nuestro cuestor (Sila) y se dirige a su encuentro como para rendirle honores, llegando hasta un collado y perfectamente visible para los soldados emboscados. Allí llega Yugurta con la mayoría de sus amigos y sin armas, como estaba convenido; pero inmediatamente, a una señal dada, es rodeado por todas partes a la vez por los emboscados. Los demás fueron degollados; Yugurta es encadenado y entregado a Sila, quien a su vez lo condujo a Mario (general de los Romanos)". (Cap. CXIII).
"Sucedió casualmente que unos embajadores de Prusias (rey del Ponto) cenaban en casa de Flaminio (senador romano). Uno de ellos dijo que Aníbal se encontraba en el reino de Prusias. Al día siguiente Flaminio refirió este hecho en el Senado. Los Senadores que, mientras viviese Aníbal, pensaban que nunca estarían libres de intrigas y peligros, enviaron embajadores para que pidieran al rey que no mantuviese con él a su mayor enemigo y que se lo entregase. El Rey Prusias ni entregó Aníbal a los romanos ni se portó tampoco violentamente con ellos.
Pero Aníbal, sabiendo que se le buscaba, se tomó
un veneno que acostumbraba a llevar siempre consigo". (Vida de Aníbal.
Francisco Torrent en LATIN, 2º Curso de Bachillerato).
Imperio perpetuo
Llama la atención en la historia del pueblo romano y en la gestación de su imperio -imperio, por lo demás considerado como paradigmático por su constitución, ordenamiento jurídico y su duración- llama la atención, al estudiar la documentación existente y los textos de sus historiadores que, siempre e invariablemente, justificaron la conquista o anexión de nuevos territorios por razones de seguridad propia.
Así, para que Roma ciudad y sus ciudadanos (ni siquiera todos sus habitantes eran ciudadanos; condición jurídica que sólo en el año 212 después de Cristo alcanzaron todos los habitantes del imperio) se sintieran seguros, se vio obligada a someter o anexionarse a comienzos de siglo V antes de Cristo las ciudades y tierras de las tribus del Lacio. Y este fue el punto de partida para que una ciudad-estado de no más de 240 kilómetros cuadrados, por razones de seguridad, continuara ensanchando su dominio sobre hombres y tierras a lo largo de los años hasta terminar colocando sus fronteras en el Atlántico (incluyendo también gran parte de las actuales Islas Británicas) por el Oeste, en el Rhin y el Danubio por el Norte (aun rebasando éste para absorber Dacia, hoy Rumania), en Arabia y el Eúfrates por el Este y en el Sahara por el Sur; siempre buscando fronteras naturales fácilmente defendibles. Só1o a este precio una sola ciudad podía sentirse segura.
Y, una vez establecido el imperio, la voluntad de perpetuidad, de duración indefinida; porque el orden establecido, aunque conseguido y amasado con guerras y violencias, en su conciencia era el mejor para el universo y, aceptado por todos o impuesto a todos, llevaba a la paz –la pax romana-, y, además, poseía los resortes que lo alimentaban y mantenían igual a sí mismo.
Hasta tal punto había conciencia de perpetuidad que la caída del Imperio de Occidente también se percibió como fin de la historia, e, incluso, como fin del mundo. Espíritus tan agudos como Agustín de Hipona se sintieron conturbados ante tan terrible acontecimiento. Lo mismo sucedió mil años más tarde a la caída del Imperio de Oriente (Constantinopla) en 1453.
La fuerza contra los enemigos y rebeldes, hasta aniquilarlos cuando fue necesario; la disuasión armada frente a terceros; el halago y los privilegios hacia los voluntariamente sometidos, sobre todo a la élite dirigente; la asimilación cultural de los diversos pueblos, especialmente a través de la lengua, las leyes, las comunicaciones (las famosas vías romanas y su sistema de postas); la aceptación, en fin, de la supremacía y centralidad de Roma: sus intereses y objetivos sobre los propios. En pocas palabras: sometimiento, asimilación y subordinación son los tres pilares de la Pax Romana.
Si damos por definitivamente constituido el Imperio en tiempos de Augusto, son cinco siglos de indiscutible aceptación de la perpetuidad del Imperio Romano; o quince, si lo extendemos hasta la caída del Imperio de Oriente.
A estas alturas, el lector perspicaz que haya leído hasta aquí habrá comprendido que en cuanto antecede no hemos pretendido otra cosa que ponerle ante los ojos un espejo, donde, con perspectivas pueda conocer mejor la realidad presente.
Por su cuenta puede cada uno examinar los imperios habidos a lo largo de la historia desde el punto de vista de cómo buscaron la propia seguridad y perpetuidad, y cómo se relacionaron unos imperios con otros en orden a romper la seguridad y perpetuidad ajena para asegurar las propias; de manera especial el Imperio Inglés, tan paradigmático en los tiempos modernos como el romano en los antiguos.
Sin duda, la conclusión a la que llegarán es que los imperios necesitan ser cada vez menos y cada vez mayores en la medida en que entran en contacto unos con otros, porque la amenaza real o potencial de unos para con otros es 1ógicamente mayor.
Cualquiera puede objetar que caben alianzas entre dos imperios. Mas la verdad es que, cuando tales alianzas se han dado, han sido siempre contra terceros. Pero, vencido el tercero o vencidos por el tercero, la lucha continúa.
La lógica del Imperialismo exige que exista un único Imperio Universal. Y por ahí vamos. En estos momentos nos encontramos con un Imperio Mundial in fieri; es decir, en fase de formación y cristalización. porque, aún no ha sido sometido todo el mundo aunque estemos camino de ello.
En estos momentos existe un Estado con una fuerza militar incontestable, capaz de actuar invencible a miles de kilómetros de sus fronteras, sin posibilidad de réplica victoriosa por parte de nadie.
Su economía, con una moneda en sus manos que es referencia mundial, impone a todos las pautas de comportamiento, y sus empresas, solas o asociadas, están presentes en todos los rincones de la tierra.
Su concepción y práctica de la vida pol1tica está, asimismo, tan impregnada de economicismo que en ese terreno se juega su propia supervivencia como Estado; arrastrando también a callejones sin salida a los regímenes de otros países. ¿No es, acaso trágica le situación de Argentina emparedada en el dilema de atender a la vida y supervivencia de sus ciudadanos o satisfacer los "derechos" del sistema financiero mundial, cuyo máximo valedor es Estados Unidos?.
Ha logrado que su concepción del libre mercado, basado en el limitado derecho de propiedad individual y en la búsqueda del máximo beneficio, sea de aceptación universal; plasmando ese reconocimiento en el ordenamiento jurídico internacional: FMI, BM y, sobre todo hoy, la OMC. Así, una potencia como China, que podría resultarle peligrosa, ha asumido ya sus presupuestos ideológicos y, por tanto, está irremisiblemente abocada al entendimiento.
Su lengua y su cultura tienen hoy una extensión y, sobre todo, una penetración que ya hubiera querido para él el latín del Imperio Romano.
Hoy el dilema para todos los estados, en relación con EE.UU., es o ser vencidos o asimilados.
La asimilación más perfecta es la que llega hasta la conciencia. ¿Qué mayor asimilación que convencernos todos, siguiendo las consignas oficiales, de que "no hay otro sistema mejor" que éste en que vivimos? ¿No nos predican en la Unión Europea la necesidad de una mayor liberalización para adecuarnos a EE.UU.? ¿Con esa mentalidad puede la UE ser otra cosa que aliada de Norteamérica?.
Por otra parte, su reacción ante ataques violentos por parte de cualquier adversario supone la destrucción de éste a mayor o menor plazo.
La Pax Americana exige la eliminación o al menos la anulación, en todas partes de la disidencia económica y política. La.1ógíca de la prescindencia, de todos los países y comunidades periféricas únicamente puede llevar a una futura eliminación, con asimilación del inocuo resto que al final quede.
Un globo terráqueo drásticamente reducido en su población, regido por una élite de magnates de las finanzas, defendido por un ejército atento a cualquier desestabilización en cualquier parte, justificado por la ética del valor supremo del individuo (no de la persona), aun portador de deseos insaciables, moldeado por la cultura del hedonismo y la superficialidad insolidaria, servido por políticos complacientes asimilados a los económicamente poderosos, consolado por el pietismo escatológico de las religiones. Estas serían las condiciones para la seguridad y perpetuación de un Imperio Universal. Cada uno puede examinar si se van cumpliendo o se busca e intenta que se cumplan.
Los acontecimientos en torno al 11 de septiembre de 2001 -creemos nosotros- van a acelerar el proceso de creación de ese Imperio Universal.
Nosotros, por razones de humanidad tantas veces aquí expuestas, estaremos enfrente. Pero bueno será, para empezar, comprender con qué clase de adversario nos las tenemos que ver.