CULTURA PARA LA ESPERANZA número 49. Invierno 2002.
SOBRE LAS ELECCIONES EN BRASIL
El día 6 de octubre pasado estaban convocados 115 millones de brasileños a participar en las elecciones donde elegirían al presidente de la nación, a los gobernadores de los 27 Estados que componen Brasil, así como a los 513 representantes de la Cámara de los Diputados y a los 81 senadores de la Cámara Alta.
Sin duda el éxito en esta primera vuelta ha sido para el Partido de los Trabajadores (PT), y de forma especial para su candidato, por cuarta vez consecutiva, a la presidencia de la nación, Luis Inacio da Silva, conocido como Lula, que obtuvo el apoyo en las urnas de 39 millones de brasileños, siendo el más votado en 24 de los 27 Estados. Le siguen el candidato oficialista del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), José Serra, con 19,5 millones de votos; Anthony Garotinho del Partido Socialista Brasileño (PSB) que obtuvo 15 millones y Ciro Gomes del Partido Popular Socialista (PPS) con 10 millones. Por debajo de ellos ningún partido llegó a los 400.000 votos.
El resultado, aunque bastante clarificador de la voluntad popular, no fue suficiente para proclamar presidente a Lula ya que el sistema electoral brasileño, tanto para la elección de presidente de la nación como para los gobernadores de los diferentes estados, establece un sistema de doble vuelta en el que se precisa superar un 50% de los votos válidos para ser elegido. Lula se quedó en un 46,44% frente al 23,2% de Serra que será su opositor en la segunda vuelta que se celebrará el 27 de octubre.
Buscando esperanzas
Brasil ha vivido de los últimos 100 años casi 70 bajo dictaduras y no son pocos los que hoy sueñan con una revolución brasileña a raíz de las esperanzas puestas en un posible triunfo definitivo del candidato del Partido de los Trabajadores (PT), Lula. No han faltado comparaciones y alusiones que han traído a la memoria eventos como la victoria en 1970 de Salvador Allende en Chile, o los sandinistas en 1979, o la irrupción del zapatismo en el 94; incluso por aquello de los orígenes sindicalistas de Lula y del salto a la política se ha recordado a Walesa. Pero gestas históricas aparte, ya hay voces que apuntan, desde la cercanía a la cruda realidad brasileña, objetivos y caminos que no debe olvidar esa pretendida revolución: "Su primer meta ha de ser: hambre cero" o "No multipliquen los panes y los peces, sólo distribúyanlos".
Como en todo cambio se atisban dos posiciones: la resistencia al mismo por parte de quien ostenta el poder, y el deseo de que cuanto antes llegue ese cambio, especialmente cuando se vive en condiciones de miseria. Esta dualidad se ha puesto de manifiesto de forma especial a la forma de interpretar el llamado "efecto Lula".
Para los mercados hablar de la posible victoria del candidato del PT es equivalente a decir "Crece el riesgo para el país, baja la Bolsa y sube el dólar ". Sin embargo, para las clases populares latinoamericanas, empobrecidas a marchas forzadas con las políticas neoliberales ejercidas por sus gobiernos, es un signo de esperanza, y no podemos olvidar el hecho de que según el último informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, un 43,8 por ciento de la población de América Latina es pobre y el 18,5 por ciento es indigente. Sirva como anécdota el hecho de que las encuestas realizadas en Argentina respecto a las elecciones brasileñas muestran un apoyo de más del 50% a la candidatura de Lula, ¡ya quisieran algunos de los políticos argentinos acercarse ni de lejos a ese apoyo en unos comicios locales!.
De algún modo algo está cambiando en la mentalidad de las gente,s ya que durante la década de los 90, la apuesta por la "estabilidad" económica y por ganarse la confianza de los mercados era un factor decisivo de cara a las elecciones. Así se explican la reelección de Carlos Menem en Argentina, la de Fernando Henrique Cardoso en Brasil o la de Alberto Fujimori en Perú. Pero ahora parece que, por fin, se va a romper con esa inercia.
Foto del Brasil real
Y ¿qué país se va a encontrar el vencedor de las elecciones? Dejando a un lado la enorme riqueza lúdico-cultural de Brasil, cabría decir, a modo de rápido resumen, que el futuro presidente estará al frente de la novena economía del mundo, con un territorio 17 veces España y una población cercana a los 170 millones de habitantes, pero con una sociedad marcada por profundas desigualdades. Un estudio del Instituto de Investigaciones Económicas Aplicadas establece que en la India el ingreso del 20 por ciento más rico de la población es 5 veces el del 20 por ciento más pobre, en los Estados Unidos es 8 veces, en Chile18 veces... ¡y en Brasil el ingreso del 20 por ciento más rico es 33 veces mayor que el del 20 por ciento más pobre!
Actualmente hay 54 millones de pobres y 13 millones de parados. Los inversores lo consideran como un país de alto riesgo, riesgo que a veces transciende el ámbito económico. Las repercusiones de la violencia estructural tienen sus efectos en la generación de un clima de violencia cotidiana: 40.000 asesinatos por año; edificios cerrados como cárceles de lujo; el poder paralelo del narcotráfico... Según un informe del Instituto Superior de Estudios Religiosos sólo en la ciudad de Río de Janeiro entre el año 1987 y el 2000 murieron 3.937 menores de edad por herida de bala, una cifra superior a la registrada en esos mismos años en países como Sierra Leona, Colombia, Yugoslavia, Uganda, incluso a la del conflicto palestino–israelí que generó 467 víctimas entre menores de edad.
Las medidas de desregularización han propiciado la devastación creciente de la selva amazónica. La apertura indiscriminada del mercado interno ha desplazado a millones de campesinos y socavado la industria. La liberalización económica llevada a cabo por el gobierno de Fernando Henrique Cardoso ha supuesto la privatización de las empresas estatales más rentables y, a pesar de los ingresos que estas ventas deberían haber supuesto para el Estado, el endeudamiento externo ha crecido en proporciones inéditas.
La tasa de crecimiento en los años 90 fue la más baja del siglo XX y el ingreso per cápita ha disminuido en 5 de los últimos 6 años. En 1995 Brasil gastaba el 20.3% de sus ingresos fiscales en educación, reduciéndose este porcentaje a un 8,9% en el 2000. En 1995 el país destinaba el 24,9% de sus recaudaciones al pago de la deuda pública; esta proporción aumentó a un 55,1% en el 2000 y alcanza un 62% en el 2002. Si las cosas no cambian el pago de la Deuda les va a suponer una sangría de 1.000 millones de $ por semana durante los próximos tres años.
Por último, el 2002 ha sido el año del desplome financiero del modelo económico brasileño: el real se ha devaluado en más de un 40% desde enero y se pronostica un crecimiento cercano al 1%.
Sin embargo, como país de fuertes contrastes que es Brasil también es fuente de esperanzas, no tanto por disponer de inmensos recursos naturales, cuanto por el dinamismo de sus movimientos sociales, por la puesta en marcha de políticas municipales innovadoras, porque están a punto de conseguir que una fuerza política que no comulga con las tesis neoliberales y que se presenta como alternativa a ellas, llegue a la presidencia del país.
Los analistas de los mercados financieros han trabajado duro durante los últimos meses extendiendo el miedo en búsqueda del continuismo de la actual política económica en Brasil. Según ellos los brasileños habrían de contentarse con la política que tienen y no buscar cambios de rumbo puesto que les podría ir peor, como ejemplo les recuerdan la situación desesperada de sus vecinos argentinos. Los economistas afirman que Brasil a diferencia de Argentina, tiene un tipo de cambio flotante -que le ha dado flexibilidad ante la volatilidad de los mercados-, que tiene una fuerte base industrial, que tiene un sistema bancario de propiedad local, que tiene un gran mercado interno… Pero que el país puede ir a la bancarrota con una mala gestión.
Sin embargo, dejando a un lado los estudios macroeconómicos, la gente percibe que el verdadero riesgo es seguir en la misma línea de estos últimos años, incrementándose los niveles de pobreza y extendiéndose la exclusión social. La gente que sufre ya un descontento crónico, va descubriendo, a la vista de experiencias como las del Presupuesto Participativo que ha permitido que el PT gobierne desde las políticas municipales y estatales a más de 50 millones de brasileños, que las cosas se pueden hacer de otra manera, que apostar por políticas que prioricen lo social no son sinónimo de quiebra económica. Este es quizás uno de los aspectos que nos permite hablar de esperanza en este proceso electoral, la gente sabe que las actuales políticas neoliberales construyen el beneficio económico sobre el pedestal de la quiebra social y desde ahí no hay salida para la inmensa mayoría de la población.
Sin duda, el reto pasaba por articular una alternativa y eso parece que va cuajando poco a poco en Brasil. Con la victoria probable del PT se pueden abrir nuevas vías en las que lo social y lo político no diverjan, aunque no nos engañemos tampoco las cosas van a ser un camino de rosas. Necesariamente las tensiones se van a producir, y si bien los movimientos sociales habrán de saber tensar la cuerda para que la política del gobierno no acabe en un montón de discursos descafeinados, también habrán de comprometer de forma efectiva su apoyo solidario para que las luchas que tenga que dar el futuro gobierno ante las exigencias del capitalismo internacional encuentren un respaldo social amplio y militante y cuando digo esto, pienso en cuestiones como el ALCA que están a la vuelta de la esquina.
Una campaña descafeinada
Si algo ha llamado la atención en la campaña electoral ha sido el giro que ha dado Lula respecto a comicios anteriores. La crítica radical hacia las políticas norteamericanas y hacia las instituciones financieras internacionales han dejado paso a una imagen de nueva izquierda, que bien podríamos llamar centro izquierda siendo generosos, en la que predomina un discurso moderado que promete respetar el cumplimiento de todos los compromisos internacionales asumidos por su país, incluyendo el pago puntual de la Deuda; que lanza mensajes de respeto a la propiedad de la tierra aunque haya que hacer una reforma agraria; que busca la aproximación a sectores empresariales y religiosos; que habla de diálogo con otras fuerzas políticas y sociales; que se compromete a controlar la inflación, etc. Hasta la imagen del propio Lula ha sido transformada por el publicista Duda Mendoça, un especialista en marketing político que ha llevado otras campañas como la de Eduardo Duhalde y que ha hecho que Lula apareciese como un padre bueno, con experiencia, canoso, sonriente y bien vestido, rompiendo con la figura del sindicalista luchador que nunca fue a la universidad, que se fogueó en las luchas contra la anterior dictadura, que iba en vaqueros de mitin en mitin y que, por todo ello, generaba una sensación de rechazo en buena parte de la población más moderada.
Algunos han entendido todo esto como un tributo que hay que pagar para captar votos entre una franja social que le era tradicionalmente esquiva, pero consideran que la representación puede ir más allá de lo debido, por ejemplo, con gestos como el de coaligarse para las elecciones con el partido de centro derecha de José Alencar, un magnate textil. Sin duda sus derrotas anteriores ante Fernando Collor de Mello en 1989 y las del 94 y el 98 con Cardoso, le han enseñado que no basta llevar razón para ganar unas elecciones.
Siendo esto así, también hay que decir que en el centro del programa de gobierno del PT está lo social: hacer frente a la miseria y al hambre que afectan a más de 50 millones de brasileños, a fin de convertirlos en verdaderos ciudadanos. Para ello consideran necesario impulsar el crecimiento de la economía y del empleo, asegurar la redistribución del ingreso, mantener la estabilidad macroeconómica y controlar la inflación. "Contra la avaricia de quienes desean obtener dinero fácil, queremos ofrecer la oportunidad de hacer dinero produciendo, produciendo alimentos, automóviles, ropa y otros bienes. Es la producción lo que determina la grandeza de un país". "El área económica no será un Dios todopoderoso. No subordinaremos las políticas del gobierno solamente a la economía o nos pasaríamos cuatro años sin hacer nada. Queremos realizar profundos cambios en Brasil, especialmente en cuestiones sociales"
En su "Carta al Pueblo Brasileño" Lula planteó la necesidad de "una transición lúcida", argumentando que "lo que se hizo o se dejó de hacer en ocho años no se puede compensar en ocho días". El nuevo modelo decía "será el fruto de una amplia negociación nacional, que debe conducir a una auténtica alianza por el país, a un nuevo contrato social, capaz de asegurar el crecimiento con estabilidad".
Un veterano militante del Movimiento Sin Tierra (MST) decía que lo más importante no es el discurso, lo más importante son las fuerzas sociales que se aglutinan en torno a éste o a aquel candidato y la de Lula es la única candidatura que aglutina fuerzas sociales que pueden hacer cambios en Brasil.
El préstamo del FMI
Con la llegada de Bush hijo a la presidencia de E.UU. hubo un giro de 180 grados en la política norteamericana -y, por lo tanto, en la del Fondo Monetario Internacional- en lo que a préstamos se refiere para hacer frente a las crisis financieras de los países en vías de desarrollo. Durante la era Clinton, la respuesta habitual había sido proporcionar grandes préstamos para rescatar a las economías en problemas, como ocurrió con las crisis de México en 1995 y del Sudeste Asiático en 1997.
Pero el actual gobierno republicano ha insistido en que no tiene sentido prestar el dinero de los contribuyentes norteamericanos a países cuya dinámica de deuda no fuera sustentable, ni salir al rescate de quienes hayan realizado inversiones inadecuadas en economías de alto riesgo en busca de altas rentabilidades. Bush, por supuesto, se ha reservado como siempre el derecho a hacer alguna excepción como la que tuvo en febrero con Turquía por valor de 16.000 millones de $, debido a la importancia estratégica de este país en el Medio Oriente. Pero en líneas generales han sido tajantes y si no que se lo pregunten a Argentina.
Sin embargo, con Brasil esta línea se ha roto y de qué forma. El programa de financiación que actualmente tiene el FMI con Brasil por valor de 15.000 millones de $ concluye a fines de este año y la situación de crisis por la que pasa el país planteó la necesidad no sólo de continuar con la asistencia financiera sino de incrementarla. Esto provocó que en el mes de agosto, los principales candidatos a la presidencia fueran recibidos por separado por el jefe del Estado, Fernando Henrique Cardoso, con el objetivo de arrancar de cada uno de ellos su palabra de respetar todos los compromisos externos del país en caso de llegar al poder en las elecciones que se celebrarían el 6 de octubre. "Todos coincidieron y reafirmaron ese compromiso", destacó Cardoso, quien además dijo que hubo un "alto nivel de civilidad".
Con este compromiso por delante el FMI anunció que Brasil dispondría de un crédito de 30.000 millones de dólares, de los que un 20 por ciento sería entregado este mismo año y el 80% restante el año que viene y además se autorizaba al gobierno brasileño a reducir sus reservas internacionales de 15.000 a 5.000 millones de dólares. Este ha sido el mayor préstamo en la historia del FMI pues, aunque otros han sido de mayor cuantía, no salieron íntegramente de las arcas de dicho Fondo sino que buena parte solía ser soportado por inversores internacionales.
Ante estos hechos Lula se limitó a afirmar que el auxilio del FMI "no es lo ideal", pero "es necesario".
Las explicaciones de este modo de actuar del FMI han sido varias:
- Garotinho, candidato del PSB levantó la sospecha de que el crédito no lleve a Brasil a someterse a las imposiciones estadounidenses en las negociaciones comerciales del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Aunque no es el momento de detenernos en lo que supone el ALCA, a modo de orientación, me hago eco de las declaraciones de Monseñor Demétri Valentín obispo en Jales (Estado de Sao Paulo) y firme impulsor del plebiscito que hace escasos meses organizaron distintos movimientos sociales referente al ALCA y en el que tomaron parte más de 10 millones de votantes: "En verdad, lo que está en juego es la soberanía de los países de América Latina. Con el Nafta y el ALCA se pretende desencadenar un proceso de recolonización, valiéndose de los tentáculos de la dependencia financiera, de la sujeción tecnológica y de la impotencia militar".
Lo cierto es que este tema va a ser una prueba de fuego para Lula a corto plazo ya que Estados Unidos y Brasil asumirán la presidencia compartida de las negociaciones del ALCA, en la próxima reunión ministerial del 11 de noviembre en Quito. Y Bush. tiene como una de sus prioridades en política exterior que las negociaciones del ALCA estén terminadas para el 1 de enero del 2005.
- Otra de las explicaciones que se han dado ha sido el temor por parte de la administración norteamericana de que se pudiera extender una crisis regional que ya estaba asolando Argentina, que había alcanzado a Uruguay y que si se implantaba también en Brasil produciría un rápido efecto dominó de consecuencias imprevisibles en unos momentos de recesión económica a nivel mundial.
- Por último, varios economistas sostienen que el préstamo no es sino un modo de financiación indirecta de las empresas y bancos de EE.UU. que han invertido en Brasil y que representan un montante de más de 55.000 millones de $. Por cierto, España también está metida de hoz y coz como demuestra el hecho de que el día del anuncio de concesión de los 30.000 millones de $ a Brasil el BBVA recuperó en Bolsa un 8,5%; el SCH un 8,16%, Telefónica un 7,8%, Endesa un 5,2% y Repsol un 4,5%.
En cualquiera de los tres casos, o de los 3 a la vez, es obvio que esto aumenta la hipoteca del país, cuya deuda de 260.000 millones de $ sigue subiendo y no ha faltado quien ha calificado este préstamo como una camisa de fuerza para el próximo gobierno.
¿Cómo ve EE.UU. el proceso electoral?
Aparentemente todo va como la seda, aunque en algunos momentos ha habido sus más y sus menos. Por ejemplo, el proceso de concesión del préstamo por parte del FMI no estuvo exento de polémicas. El Secretario del Tesoro de EE.UU, Paul O'Neill, hizo unas declaraciones en un programa de TV norteamericano un domingo refiriéndose a su próxima visita a Argentina, Brasil y Uruguay, en las que afirmaba que esos países debían poner en marcha políticas económicas que "aseguraran que el dinero no terminara en cuentas bancarias en Suiza". El lunes la moneda brasileña, el "real", se desplomó un 5,3% y el indicador de riesgo para invertir en Brasil llegó a 2.386 puntos, muy cerca de Nigeria y Argentina. El gobierno argentino respondió a estas declaraciones diciendo que en caso de recibir alguna asistencia sería "bien utilizada", mientras que el presidente brasileño, Fernando Henrique Cardoso, amenazó con no recibir a O'Neill. Ante este incidente el portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer, tuvo que intervenir para deshacer el entuerto afirmando que: "Brasil es un amigo y un aliado importante, y esta administración tiene gran confianza en el país y su equipo económico".
Respecto a lo del ALCA también parecen estar muy confiados. Peter Allgeier, el número dos de la oficina del representante comercial de Estados Unidos, Robert Zoellick, afirmaba refiriéndose a Brasil: "Es cierto, tenemos algunas diferencias de perspectivas sobre cómo encarar ciertas provisiones en las negociaciones, pero los equipos han estado trabajando para llevar las negociaciones a una conclusión feliz. No tenemos razón alguna para pensar que eso cambiará cuando se instale una nueva administración en Brasil".
Por su parte las autoridades del FMI aseguran no tener preferencia por ninguno de los dos candidatos ya que ambos parece que van a seguir políticas razonables.
Quizá quien desentonó un poco más entre tanta armonía fue nuestro viejo conocido George Soros al afirmar, refiriéndose a las elecciones de Brasil, que "en el capitalismo global sólo votan los americanos, los brasileños no votan". Justificó su afirmación añadiendo que esto también ocurrió durante el Imperio Romano, "en la Roma Antigua sólo votaban los romanos", las provincias no votaban, aclaró. Para que no pueda parecer que hay algo personal contra Soros omito mi voz y dejo escuchar la de Monseñor Demetri nuevamente: "Las declaraciones de George Soros no merecerían ni ser citadas si no fueran más de lo que son: expresión de la prepotencia y arrogancia de quien piensa que el dinero todo lo compra, hasta la dignidad de los pueblos y la soberanía de las naciones".
Pero ocurre que Soros no está solo. Él es la expresión de un sistema que aparenta neutralidad y que se justifica como el fruto de una realidad económica irreversible, abogando para él mismo una lógica determinista que estaría por encima de la libertad humana. Pero que, en realidad, es el resultado de tramas muy bien planificadas, que allanaron el camino para que el capital financiero disfrutase de toda la protección para actuar segura y libremente, removiendo todos los logros de la estructura jurídica penosamente construida por las democracias modernas de protección del trabajo y de defensa de los derechos humanos. Los especuladores piensan que lo único que vale es el dinero y defienden para él vía libre para obtener lucro a voluntad, aunque para ello se sacrifique la soberanía nacional, como el propio Soros propone para el Brasil." ¿Verdad que se le entiende bien?.
¿Qué cabe esperar en la segunda vuelta?
Tanto Lula como Serra han empezado a buscar apoyos.
Lula se verá apoyado por el ex gobernador de Río de Janeiro, Anthony Garotinho que obtuvo el tercer puesto en los comicios presidenciales con el 17,8% de los votos por el Partido Socialista Brasileño (PSB), aunque no participará en mítines donde también lo hagan líderes del PT de Río de Janeiro porque su esposa, Rosinha Matheus, acaba de derrotar a la anterior gobernadora de Río, Benedita da Silva del PT.
Además Lula cuenta ya con el apoyo explícito del Frente Laborista, formado por el Partido Popular Socialista (PPS), el Partido Democrático Laborista (PDT), y el Partido Laborista Brasileño (PTB). De hecho, el centro-izquierdista Ciro Gomes, ex ministro de Hacienda, ex gobernador del Estado de Ceará y candidato en las elecciones presidenciales por el Frente Laborista que obtuvo el 11,9% de los votos ha hecho público el respaldo de su partido a Lula de cara a la segunda vuelta. Según Gomes: "Lo que está en juego es el destino de una nación en agonía y no podemos decirle no a la esperanza". Por su parte, Leonel Brizola, presidente del Partido Democrático Laborista (PDT), también ha anunciado su apoyo a Lula: "Nuestro partido asume esa posición sin ninguna exigencia, incondicionalmente. Queremos ayudar. No pedimos rigurosamente nada a cambio".
Por su parte, José Serra, del Partido Social Democráta Brasileño (PSDB), busca reagrupar a la coalición que respaldó a Cardoso en las elecciones de 1994 y 1998. Cuenta ya con el respaldo del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) y de buena parte del Partido del Frente Liberal (PFL), la segunda mayor fuerza electoral del país. Los dirigentes del PFL recomendaron el voto por Serra pero también dieron libertad para hacerlo a Lula para evitar una ruptura interna ya que importantes líderes regionales del PFL, como el senador Antonio Carlos Magalhaes (Bahía) y Roseana Sarney (Maranhao) se resistieron a participar en la campaña de Serra, incluso el presidente del partido, el senador Jorge Bornhausen (Santa Catarina) ha evitado apoyar activamente dicha campaña. También puede conseguir Serra el apoyo del derechista Partido Progresista Brasileño (PPB).
Con todos estos datos encima de la mesa me atrevería a afirmar que Lula ganará la segunda vuelta. Pero cuidado, aunque pueda parecer contradictorio estará en minoría tanto en el Congreso como en el Senado y esto es un handicap de cara a la gobernabilidad y a poder realizar transformaciones legislativas de envergadura. El centro derecha aglutinando al Partido del Frente Liberal (PFL), con 19 senadores y 84 diputados; al nacionalista de centro Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), con 19 senadores y 74 diputados; al Partido Social Demócrata Brasileño (PSDB) del candidato oficialista José Serra y del actual presidente Fernando Henrique Cardoso con 11 senadores y 72 diputados; y al derechista Partido Progresista Brasileño (PPB) que tiene 49 diputados; entre todos ellos pueden tener mayoría en las dos Cámaras.
Por último, recordar que al igual que los dos principales candidatos a la presidencia del país han de presentarse en segunda vuelta el 27 de octubre, también lo han de hacer los candidatos a gobernadores en quince de los veintisiete estados de Brasil donde no hubo mayorías absolutas en la primera vuelta: Sao Paulo, Río Grande do Sul, Santa Catarina, Paraná, Mato Grosso, Distrito Federal, Maranhao, Río Grande do Norte, Paraíba, Sergipe, Amapá, Pará, Roraima, Ceará, Rondonia.
Concluyendo
Aunque por razones de extensión no me he detenido en las relaciones entre el PT y el Movimiento Sin Tierra (MST) diré brevemente que cada cual es consciente de su papel. Tienen claro que es preciso mantener la autonomía de ambas organizaciones y trabajar cada cual desde el plano que le corresponde, el PT desde lo político, el MST desde lo social, aunque ambos hagan política y construyan sociedad, pero en actitud de apoyo mutuo siempre que sea para mejor servir al pueblo.
Como quizá las cifras y las siglas hayan ocupado demasiado espacio en esta crónica-reflexión es por ello que quiero acabar trayendo a colación unas declaraciones de Joao Pedro Stedile dirigente del MST a la Folha de Sao Paulo
"Vemos que el Brasil precisa un proyecto popular. Y ¿qué es un proyecto popular? Es reorganizar la economía, la utilización de los recursos económicos, naturales y técnicos disponibles, para que en nuestra sociedad, CADA brasileño y TODOS los brasileños puedan tener asegurados el trabajo, tierra para trabajar, vivienda digna, alimentación de calidad, educación y cultura. Pero esto no es una declaración de derechos, es preciso desarrollar medidas concretas, que solamente llevarían a garantizar esos derechos si un gobierno popular usara el Estado y las fuerzas organizadas de la sociedad para atacar las causas de los problemas que transformaron a nuestra sociedad en tan injusta y desigual. ¿Y cuáles son esas causas? Es preciso eliminar el latifundio. Es preciso democratizar la riqueza acumulada, con pesadas penas sobre fortunas y herencias. Transformar los salarios en más justos. Romper con la dependencia externa que hace que enviemos al exterior 1.000 millones de dólares por semana. Hacer frente al capital financiero, que es hoy el gran centro de acumulación y de explotación. Hacer frente al monopolio de los medios de comunicación, para que sean usados para educar al pueblo y no para manipular, como es ahora. Y finalmente el Brasil precisa recuperar la soberanía nacional sobre su economía, sobre los recursos naturales y sobre nuestra cultura. Esto se está convirtiendo en una neocolonia norteamericana."
"Es necesario que el pueblo se organice y luche por los cambios sociales. Ningún gobierno va a hacer transformaciones sociales solamente por voluntad propia. Todos los cambios sociales que hubo en la historia de la humanidad fueron resultados de movilizaciones sociales, del pueblo organizado, que se concientiza, se moviliza y lucha para alterar las causas de los problemas. Y los "sin tierra" saben que continuaremos teniendo que organizarnos cada vez mejor, juntar más gente, para hacer grandes movilizaciones sociales, para que de hecho el latifundio sea derrotado en este país."
"El papel de un partido de izquierda es elevar el nivel de conciencia social de los trabajadores. Es ayudar a organizar movimientos sociales. Es ayudar a organizar la lucha social. Es ayudar a movilizar al pueblo para defender sus intereses y conquistar sus derechos. Las elecciones son apenas un aspecto del juego democrático de una sociedad. La burguesía y sus medios de comunicación viven haciendo propaganda y reduciendo la democracia al acto de votar, porque esa es la forma que ellos tienen de controlar al pueblo, engañándolo con falsas promesas en las elecciones. La verdadera democracia es cuando el pueblo tiene conciencia de su condición social y lucha, se organiza para mejorar el funcionamiento de la sociedad en todos los aspectos. La verdadera democracia existirá cuando el pueblo pueda caminar con sus propias piernas y tener de hecho oportunidades iguales. No basta tener derechos escritos en la Constitución. No es el papel el que garantiza conquistas sociales, es el pueblo organizado, de las más diferentes formas, que se desarrolla en cada país, en cada tradición cultural."
¡Ojalá que los partidos políticos, que los movimientos sociales tuviéramos tan claro que lo que hace falta es construir pueblo! Honradamente creo que hay demasiada gente empeñada en empezar la casa por el tejado y eso se cae una y otra vez. En cualquier caso quiero acabar dando las gracias a tantos y tantos militantes que se están jugando la vida en el Sur para que la justicia no se quede reducida a un concepto abstracto cada vez más lejano, cada vez más añorado sino que se pueda palpar, que se pueda atisbar como posible con el compromiso de todos.
Joaquín García